Lucía Fernández lleva una dramática cuenta de cada mes que pasa desde que perdió de vista a su padre. Ocurrió la mañana del 2 de septiembre de 2016, por eso hoy se cumplen 30 meses como ella misma recuerda a este diario. "No quiero que se olvide que hay una persona desaparecida en Zamora de la que no se sabe nada" expresa Lucía en este 2 de marzo de especial recuerdo, como el segundo día de cada mes.

Los hechos son conocidos. Miguel Fernández, que residía en Madrid con su mujer, pasaba el verano de 2016 en su pueblo de Gallegos del Campo. Como era su rutina, la mañana del 2 de septiembre salió a dar un paseo y ya no volvió a casa. Las desesperadas búsquedas de los primeros días, con familiares, vecinos de varios pueblos y una legión de voluntarios peinando literalmente los alrededores de Gallegos del Campo y pateando los montes no dieron ningún resultado.

Tampoco las investigaciones de la Guardia Civil, que ha mantenido activa la búsqueda del anciano. Ni siquiera llegó a buen puerto el rastreo programado por la Guardia Civil en agosto de 2017, con la colaboración de los vecinos, que terminó con la localización de unos huesos. Las esperanzas de la familia se vieron frustradas 24 horas después, cuando se confirmó que no eran restos humanos.

Desde aquello nada más se supo. Solo que cuando surgen noticias de desaparecidos la familia de Miguel Fernández revive su drama. Ocurrió con el anciano de Fermoselle, cuyos restos aparecieron más de un año después. Caso cerrado. Es lo que añora Lucía. "Lo peor de todo esto es que no puedes cerrar el duelo, pero a la vez tampoco te puedes estancar porque la vida sigue. Es muy difícil convivir con las dos cosas" ha confesado alguna vez a este diario la hija del anciano de Gallegos del Campo.