La apertura de un negocio en un pueblo adquiere hoy casi dimensiones milagrosas y si además se recupera una actividad de toda la vida, la noticia es doblemente bienvenida. Ha ocurrido en Pereruela, donde después de años se ha reabierto la panadería gracias a la aventura emprendida por Carlos Villa y Rosalía Riquelme, una pareja de peruanos asentados en España que han decidido emprender con su propio negocio.

"Hay miedo al fracaso pero hemos puesto mucha ilusión en esto" comenta Rosalía mientras sostiene al pequeño Isaac en brazos, hermano de Brigitte, de 9 años, que va al colegio a Zamora. Porque con esta pareja llegan dos vástagos, otro valor tan necesario en este pueblo del barro que hace dos cursos perdió la escuela.

El horno ha vuelto a cocer y con ello el pan reciente que cada día elabora Carlos y vende Rosalía en un pequeño despacho. No tenían tradición panadera más allá de la que él ha ido adquiriendo en la casa rural de La Tuda, donde se elabora pan ecológico. "Yo me he dedicado siempre a la construcción, pero empecé casi como curiosidad con lo del pan y me gustó" cuenta mientras prepara la masa de forma "totalmente artesanal". En el caso de Rosalía el cambio ha sido más radical, al abandonar el "trabajo fijo" en un restaurante de comida vegetariana en Salamanca.

Pero se conocieron, se enamoraron y decidieron emprender viaje juntos, en un pueblo y con un negocio propio. Nadie dijo que fuera fácil. Carlos trabaja todos los días, dos de ellos en La Tuda haciendo pan ecológico, y en resto en la tahona de Pereruela, domingos incluidos. "No me canso porque me hace mucha ilusión, quería embarcarme en algo mío y aquí estamos". Apenas llevan un mes y las sensaciones "son buenas", aunque a base de mucho trabajo y de "llamar a muchas puertas", con éxito y también con sinsabores.

Porque, como en todos los negocios, hay competencia. Los panaderos se desplazan los kilómetros que sean necesarios en busca del cliente y el desafío es ir recuperando poco a poco el hueco dejado en Pereruela hace años. A ello se suman los supermercados, con precios tan a la baja que "han colapsado bastante el negocio de los panes" lamenta Carlos.

La ventaja es que en el pueblo "en general la gente está respondiendo bien y el alcalde nos ha ayudado bastante" comenta el panadero ante su nueva aventura, 18 años después de llegar a España, once de ellos en Sayago.

La vida cambió cuando conoció a Rosalía, también peruana y casualmente de la misma región de la selva aunque allí no llegaron a contactar. Fue en España, en Salamanca, no muy lejos de Pereruela donde la adaptación no ha sido fácil, sobre todo para la pequeña Brigitte. "Al principio lo pasó mal, acostumbrada a la ciudad, los parques llenos de niños... Pero poco a poco se ha ido haciendo, compramos una bicicleta, ya tiene sus amigos, sobre todo los fines de semana que vienen más niños y ahora está encantada".

Carlos y Rosalía saben que esto es una carrera de fondo. Tras el primer año viviendo en una casa con muchas carencias, ahora han conseguido un hogar más acogedor en Pereruela, donde esta familia ha enriquecido el censo con cuatro nuevos vecinos.