El propio ganadero ha sido el primer sorprendido por la detección del síndrome conocido como mal de las "vacas locas" en una res de su granja en El Piñero, ya que la Administración no se lo había comunicado cuando el caso apareció en los medios de comunicación el pasado viernes. En realidad, fue la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), alertada previamente por las autoridades españolas, la que difundió en su página web el resultado del análisis realizado sobre el tejido nervioso de una vaca fallecida el jueves 24 de enero en esta explotación, algo que ayer todavía extrañaba al ganadero porque "en ningún momento observamos, en absoluto, en ninguna vaca, ninguno de los síntomas que se solían asociar a este tipo de enfermedad", tales como espasmos o temblores o una postura anormal.

Aunque el propietario reconoce que "puede haber muerto algún animal" en su granja, asegura que una muerte es un hecho "normal" dentro de un rebaño como el suyo -de 465 vacas, según la OIE-, pero que nunca se imaginó que la causa de un fallecimiento fuera la encefalopatía espongiforme bovina, el mal de las "vacas locas" que puso en jaque al sector vacuno de carne en toda la Unión Europea en los últimos años del siglo XX y primeros del XXI.

En aquel entonces la enfermedad se propagó a través de piensos fabricados a base de proteína animal que resultaron estar contaminados por priones, las proteínas "anómalas" que provocan alteraciones en el sistema nervioso de los bóvidos tras multiplicarse dentro del organismo. La detección de un caso normalmente se saldaba con el sacrificio e incineración de todo el rebaño, porque todas las vacas se habían alimentado del mismo pienso contaminado, lo que suponía la ruina para el ganadero. En la provincia de Zamora se detectaron varios casos así con este final, uno de ellos en Argujillo, muy cerca de El Piñero, en 2001.

Con esta serie de precedentes se entiende la preocupación del ganadero ante la falta de información sobre su caso recibida por parte de la Administración. El sacrificio de su rebaño, de raza frisona, supondría perder el sustento suyo y de otras tres personas que trabajan en la explotación. Sin embargo, eso no va a suceder: los análisis determinaron que la encefalopatía espongiforme de la vaca de El Piñero era un "caso atípico, de tipo H".

Según la información ofrecida por la OIE, los casos "atípicos" se diferencian de los denominados "clásicos" en que los primeros no surgen a causa de piensos contaminados, sino que son "encefalopatías que aparecen de modo natural y esporádico", normalmente en los animales más viejos, y no hay pruebas de que este tipo de enfermedad sea transmisible. Al no haber un origen relacionado con la alimentación no habría un riesgo conocido de que surjan nuevos casos en el mismo rebaño. Tampoco hay riesgo para la salud pública porque los animales enfermos son incinerados, no llegan a las carnicerías.

Los casos "atípicos" de encefalopatía espongiforme y otras enfermedades priónicas, aunque poco frecuentes, aparecen de forma natural en las vacas y también en otros mamíferos, incluido el hombre, y los científicos trabajan para entender mejor por qué se producen. En el caso del ganado bovino se detectan gracias a los controles a los que está sometida la cabaña en aras de evitar cualquier tipo de riesgo para la población. En España no se hallaba uno desde noviembre de 2017 y fue al sur de la provincia de Salamanca, en el municipio de El Sahugo, concretamente en una explotación de 213 animales. En aquella ocasión, el animal enfermo era una hembra mestiza nacida en 1999.