El Centro del Lobo Ibérico Félix Rodríguez de la Fuente, en Robledo de Sanabria, cobra protagonismo estos días por la notable afluencia al centro, como consecuencia del buen tiempo y las altas temperaturas que han atraído a los visitantes. Un grupo de 25 personas se suma a una visita guiada dentro del plan de cooperación entre el Ayuntamiento de Puebla y la dirección del Centro.

Con una media de cien personas de media observando desde el Teinadón, en cada sesión de manejo, la atención es máxima ante las explicaciones preliminares de su cuidador Carlos Sanz, sobre los cuatro ejemplares del primer recinto. El lobo más joven de esta manada es "Robledo" a punto de cumplir los tres años, y ser el primer ejemplar nacido en cautividad dentro de las instalaciones recinto tras su apertura.

Los dos grupos familiares del Centro están totalmente aislados del entorno de la Sierra de la Culebra. En esta zona "hay entre dos y tres manadas" que merodean por los alrededores marcando su territorialidad. Los lobos se encuentran en estos momentos al comienzo de la época de celo. El año pasado la rivalidad de las hembras impidió la reproducción porque hubo que separarlas. El instinto maternal y paternal "es mucho mayor de lo que se pueda pensar, incluso entre los machos que aún no han criado" explica el experto.

Carlos Sanz profundiza en su lección de educación ambiental y en la necesidad de desmitificar esta especie, que no es muy querida por los ganaderos. El momento en que Carlos Sanz comparte la comida con la manada llama poderosamente la atención de los visitantes, que inmortalizan la escena en su retina, en su cámara o en sus móviles.

Y aunque antagónicos ganaderos y lobos comparten el mismo entorno por el término de Robledo, donde José Luis Rodríguez, técnico de la oficina de Turismo de Puebla, prosigue la visita guiada. El paisaje tiene los rastros de las especies salvajes, pero también acumula los más de 2.000 años de presencia humana, con el hallazgo reciente de restos de un castro prerromano por la ruta de Rita del Cuervo, en el término de Robledo. Las pozas de los linares, donde se maceraba la planta del lino para hacer tejidos, y el molino de la cascada recuerdan la adaptación del hombre a la naturaleza y la naturaleza al hombre, con la salvedad de que la vida en el mundo rural "no era tan idílica". La presa de Rita del Cuervo alimenta el molino, que se resiente de la inusual escasez de agua de estos últimos inviernos.

El paisaje también rebela la notable presencia de hierro "ferro" que tiene en el herrero de la fragua a su principal valedor. El grupo de visitantes cierran una tarde completa con la visita a Robledo.