La comarca de Aliste no vio llegar la luz eléctrica hasta después de finalizar la Guerra Civil en 1939. Hasta entonces al llegar la noche el interior de los hogares se alumbraban utilizando los candiles de petroleo, aceite y carburo. El transporte del petroleo, bien muy preciado y escaso en la posguerra, se realizaba en unos recipientes de hojalata, de forma rectangular, de unos 50 centímetros de alto y unos 20 de lado, con una capacidad de 15 litros. Llegada la electricidad, esta desplazó a los candiles y aquellas pequeñas petroleras pasaron a ser los "latos", usados como instrumentos de percusión para hacer el baile de las tarde de domingos, sustituyendo a panderetas y gaitas pues no en todos los pueblos había gaiteros y pandereteras. En los pueblos cercanos a las aguas internacionales del río Manzanas como Nuez, Moldones y Riomanzanas, los latos se tocaban con piedras "Ferreñas", rectangulares y de entre 15 y 20 centímetros de largo por 5 de ancho. En los pueblos del interior de Aliste, los tocadores hacían sonar el lato con sus propios dedos, cubiertos por 10 dedales de coser, para hacer más contundente el sonido.

Los "latos" se utilizaban también los chorizos y lomos: se metían dentro, se rellenaban con aceite de oliva y de esta manera se conservaban frescos hasta la matanza del año siguiente, aunque pocos llegaban, pues se utilizaban como alimento campestre en las duras jornadas de siega y trilla los meses de junio, julio y agosto.