La localidad de San Vicente de la Cabeza revivió ayer martes, en su día propio, como manda la tradición de siglos, cada 22 de enero, una de sus más ancestrales tradiciones con la celebración de la rogativa internacional hispanolusa contra la viruela y la rabia.

Antiguamente, durante siglos, cuando no había médicos ni medicamentos, allí, en San Vicente de la Cabeza, se daban cita en busca de la protección divina devotos y devotas tanto de España (Comarca de Aliste) como de Portugal (Región de Tras Os Montes y Alto Douro).

Un miembro de la familia acudía a San Vicente con su hogaza de pan casero que bendecidos se convertían en el "Pan Bendito" que se guardaba como oro en paño para dárselo de comer a los animales como los perros, gatos, vacas, ovejas y cabras, e incluso lo comían las personas, pues se le atribuían poderes curativos y de prevención contra los terribles males de la rabia y la viruela.

Los devotos procesionaron primero con la imagen de San Vicente Mártir alrededor de la iglesia, celebrándose luego la eucaristía oficiada por el párroco y arcipreste de Aliste Fernando Lorenzo Martín. Se volvieron a vivir emotivos momentos con la bendición del Pan Bendito y la adoración de la reliquia. La mujeres ataviadas con la indumentaria tradicional alistana ofrecieron y cantaron el ramo.

El color rojo estuvo presente en la festividad de uno de los "Santos Coloraos", así llamados porque los ornamentos litúrgicos son de color rojo, lo mismo que las flores y lazos de la imagen del santo y del ramo de rosca.

Aunque no existe constancia del inicio de la rogativa y la devoción, todo apunta hacia 1607, lo que si está claro, así lo reflejan los manuscritos eclesiásticos, es que al menos lleva celebrándose ya 228 años utilizando la reliquia donde se dice esta un hueso de la cabeza de San Vicente martirizado hace 1.716 años.

En 1791 Manuel Cid y Monroy visitador del Arzobispado de Compostela se acercó desde Santiago a las Vicarias de Alba y Aliste para conocer a fondo cada una de sus parroquias y emitir un amplio informe al Arzobispo de Santiago desde el estado de las iglesias, cofradías, ermitas, feligreses y conducta de los curas: necesidades y soluciones.

Sus manuscritos reflejan que la iglesia parroquial de San Vicente de la Cabeza, dedicada a San Lorenzo Mártir, contaba hace 228 años, con 26 vecinos y 80 personas de comunión. El párroco era el mismo que el de Palazuelo de las Cuevas, el presbítero Tirso Fraile, natural de Trabazos, que antes había estado en Sarracín de Aliste.

El citado cura se vio envuelto en amoríos prohibidos con la criada y sobre el escribió Manuel Cid y Monroy: "El de Palazuelo de las Cuevas, don Tirso Fraile, ha sido sospechoso de incontinencia, por lo que fue preciso mandarle despedir la persona con quien querían sindicarle; y habiendo ejecutado esta providencia han cesado enteramente las sospechas y conversaciones".

Según Cid y Monroy: "En esta iglesia y altar separado existe una reliquia de san Vicente Mártir, la que se dice ser un hueso de la cabeza del santo" aseverando que "tal reliquia la vienen a dorar muchas personas, tanto del país como fuera de él, especialmente las que se hallen tocadas del mal de la rabia para el que parece ser muy probada y de mucha virtud".

La costumbre eclesial del "Pan Bendito", es un sacramental de orígenes medievales. Los "Santos Coloraos" o de la Nieve son San Amaro, San Antonio, San Vicente y San Fabián y San Sebastián: "Por San Vicente, almuerza y vente, que si esperas a cenar, no podrás pasar" reza el refrán sobre San Vicente, su fiesta, la lluvia y crecidas del río Aliste.