La fauna como "herramienta de prevención y gestión fitosanitaria" es una realidad en Zamora y en Castilla y León. En este caso, integrantes del Grupo de Rehabilitación de Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa) utilizan lechuzas comunes como aves capaces de advertir la explosión de la plaga de topillos debido a que este roedor es uno de sus alimentos predilectos, y, con esta evidencia, da pie a agilizar la rápida adopción de medidas "preventivas contra una especie que causa graves daños en los cultivos agrícolas los años en los que experimenta explosiones demográficas".

"Nueve lechuzas comunes, una de ellas radicada en Morales del Vino, según informa Carlos Cuéllar, han sido dotadas con emisores GPS en Castilla y León en un novedoso estudio destinado no solo a conocer mejor la ecología de esta rapaz nocturna emblemática, sino también a confirmar la posibilidad de que en el futuro su seguimiento sirva como alerta temprana ante posibles plagas de topillo campesino.

Grefa señala que "las nueve lechuzas marcadas con GPS han sido ejemplares adultos que se reproducen en cajas nido que el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat ha instalado en las provincias de Zamora, Segovia, Palencia y Valladolid, en el marco de su proyecto de control biológico del topillo. Esta iniciativa trata de favorecer a pequeñas rapaces depredadoras de este roedor, como es el caso de la lechuza común". Para este proyecto, Grefa cuenta con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, a través de un acuerdo con Tragsatec.

Las lechuzas han sido equipadas con un emisor de batería cuyo peso es de entre cuatro y cinco gramos. Este dispositivo va sujeto al ave mediante un arnés de teflón que ha sido colocado por un especialista del Ministerio para la Transición Ecológica. Cada uno de los ejemplares equipados con el emisor GPS ha sido anillado y revisado su estado sanitario por parte de técnicos y veterinarios de Grefa.

Los implicados en el proyecto esperan que "el marcaje con GPS de las lechuzas contribuya a indagar en el potencial de este sistema de seguimiento de fauna como una herramienta de prevención y gestión fitosanitaria". Las aves proporcionarán varias localizaciones mensuales a lo largo de un período estimado de casi dos años, que permitirán conocer sus movimientos en función de las densidades de topillos u otras presas. "El próximo paso será utilizar dispositivos de seguimiento más precisos, como los dataloggers, que permitan conocer las zonas de campeo y territorios de caza más utilizados por las lechuzas y poder prever eventos de explosiones demográficas de topillo, así como informar a tiempo a los agricultores de las actuaciones preventivas que pueden llevar a cabo de cara a atajar el problema", indica Carlos Cuéllar, coordinador del programa de control biológico de Grefa.

"El sistema GPS también permite identificar eventos de mortalidad, que en el caso de la lechuza común son particularmente graves en forma de episodios de envenenamiento por los más que cuestionados rodenticidas anticoagulantes, altamente tóxicos, empleados de forma extensiva y recurrente para intentar controlar plagas de topillos en medios agrarios de Castilla y León", afirma Cuéllar. Los atropellos y, en menor medida, las electrocuciones también acarrean numerosas bajas en la especie.

Desde su puesta en marcha hace diez años, el programa de control biológico de Grefa ha instalado unas 2.000 cajas nido para pequeñas rapaces depredadoras de topillos, como el cernícalo vulgar, la lechuza común y el mochuelo europeo, en más de treinta municipios de varias provincias de Castilla y León. "El objetivo es que se consolide una alternativa sostenible al uso de venenos químicos, cuya aplicación en los medios agrícolas afecta gravemente a muchas especies silvestres de gran importancia ecológica o cinegética", concluye Cuéllar.

Una de las principales fortalezas del programa de control biológico de Grefa es la presencia continua en el territorio de técnicos especializados, lo que permite abordar numerosas líneas de trabajo, como el seguimiento de fauna, la investigación y la divulgación, el fomento del voluntariado y la formación de estudiantes, el contacto continuo con la población rural y los agentes implicados en el territorio, la organización de jornadas agroambientales y la puesta en marcha de un gran abanico de medidas encaminadas a la mejora de la biodiversidad de los medios agrarios, como la instalación de cajas nido, la revegetación de linderos y la recuperación de antiguos muros de piedra.