La asistencia sanitaria y la educación de los últimos 35 años en Villaralbo no se entienden sin Rosario Morillo Pérez y Carlos Rubio Álvarez, enfermera y maestro del pueblo desde que, siendo muy jóvenes, llegaron a principios de los años 80 para no marcharse. Ya jubilados, el Ayuntamiento ha querido reconocer la "cercanía, afabilidad y servicio público" de este matrimonio de profesionales, naturales de Vezdemarbán y unos vecinos más de Villaralbo desde que comenzaron a ejercer sus respectivos trabajos.

Un homenaje materializado con la Medalla de Oro de la Villa 2018 y 2019homenaje materializado con la Medalla de Oro de la Villa 2018 y 2019, que Rosario y Carlos recibieron ayer en presencia de más de trescientas personas con la alcaldesa, Ana Belén González Rogado, el frente y dentro de los actos en honor a San Ildefonso, patrón del pueblo. "Nos han curado y nos han enseñado. Nos han cuidado y nos han regañado. Nos han escuchado y nos han acompañado. Gracias a Charo y Carlos, hemos crecido y aprendido" se pudo escuchar en el acto donde se visionaron vídeos sobre las trayectorias de los protagonistas.

Rosario Morillo se incorporó como enfermera en octubre de 1983, el destino elegido por ella cuando aprobó las oposiciones, después de trabajar en Peleagonzalo y Valdefinjas. Desde esa fecha su presencia ha sido constante en el consultorio local hasta su jubilación, en febrero de 2018.

El Ayuntamiento valora el trabajo de la enfermera, "siempre pendiente de la salud de los villaralbinos más allá de las obligaciones de su puesto, ejerciendo su profesión desde la cercanía y la afabilidad que la caracterizan. Una vocación ejemplar al servicio de la comunidad donde siempre ha puesto por delante a las personas frente a las instituciones".

Han sido 39 años de servicio durante los cuales Rosario Morillo "no ha dejado de formarse para estar ofreciendo el mejor servicio público a nuestros vecinos" expone el expediente municipal firmado por la alcaldesa Ana Belén González Rogado.

Carlos Rubio Álvarez se incorporó al colegio de Villaralbo en el curso 1984-85, donde ya estaba destinada su mujer como enfermera. Recién casados, la pareja pudo establecerse en el pueblo, donde echó raíces dejando una impronta imborrable para los vecinos. En el caso de Carlos muy especialmente entre los alumnos del colegio Nuestra Señora de la Paz donde 34 generaciones de villaralbinos han pasado por sus aulas y recogido el legado de "su constancia, su ilusión, su implicación y su saber trabajar en equipo" precisa la moción del Ayuntamiento.

Desde 2003 hasta 2015, estuvo al frente del colegio como director y "los reconocimientos y premios de excelencia educativa y aplicación de las nuevas tecnologías no pararon de llegar". "Como maestro ha sabido convertir la escuela en un segundo hogar para los jóvenes, siempre impulsando cambios: teatro, balonmano, ajedrez, cambio a jornada continua, innovación tecnológica".

En el mismo acto se rindió un homenaje a los vecinos y vecinas que han cumplido 90 años: Alfonso Luelmo Luelmo, Ildefonsa Crespo Hernández, Ignacio Bragado Cabrero, Valentina Gato Martín, María Domínguez Asensio y Dorotea Merchán Hernández. Todos ellos quintos del año 1928 que, como recordó Jesús García, maestro de ceremonias, "forman parte de la historia viva, pues hoy tenían unos ocho años cuando estalló la Guerra Civil Española; a los once años, poco después de terminar el conflicto, vivieron la Segunda Guerra Mundial. Pasaron su juventud en la época de Franco. A los 40 vieron la llegada del primer hombre a la luna, rozando los 50 descubrieron la democracia y a los 60 observaron la cañida del muro de Berlín. Cambiaron de milenio a los 70 y ahora cumplen los 90".

Los achaques de la edad solo permitieron la presencia de dos homenajeadas, mientras que el resto estuvieron representados por sus familiares.

Una tarde imborrable para las personas homenajeadas y también para los villaralbinos que, con el Ayuntamiento a la cabeza, honraron el buen hacer de dos profesionales y reconocieron el impagable legado de sus mayores.