Durante todo el verano pasado Ildefonso Enríquez, agente mediaoambiental jubilado, ha estado observando el trajín de las avispas buscando refugio tras las grietas de la pared de piedra de una finca situada por encima del nivel de la calle. La realidad era que los insectos volaban hacia el nido que habían construido en un lugar estratégico, bajo tierra y en pleno casco urbano del pueblo de Gáname de Sayago.

Llegado el frío, cuando la mayor parte de la colonia de avispas se desvanece y las jóvenes reinas apareadas buscan un lugar adecuado para la hibernación, es un buen momento para desmantelar el enjambre evitando el ataque de los temibles insectos, cuyas picaduras provocan un dolor intenso y en el peor de los casos una reacción alérgica de peligrosas consecuencias.

Y a esa tarea se puso Ildefonso Enríquez, sabedor de la existencia del avispero subterráneo muy cerca de las viviendas. Acompañado de Lorenzo Ferrero, también vecino de Gáname y compañero de oficio en activo, Ildefonso empezó a tantear el suelo con una pala hasta que a unos 30 centímetros de profundidad localizó el avispero y procedió a la extracción con la misma pala. "Era una bola enorme, como un balón de fúbtol" cuentan; una forma exagonal de celdas con varias plantas, que podría albergar una colonia "de 3.000 a 4.000" avispas comunes. Estos nidos forman una estructura compacta, creada a partir de materia vegetal masticada, lo que les proporciona unas singulares paredes similares al papel. Los animales habían creado una oquedad perfecta bajo la tierra en un laborioso trabajo constructivo hasta conformar la pelota tras el muro de piedra.

Los agentes medioambientales aseguran que "no es extraña la formación de estos nidos, son muy frecuentes en el campo pero en el medio de una calle, al lado de las casas, puede ser un peligro". Aunque, que se sepa, las avispas de este nido no parecen haber dado ningún susto; es más, muy cerca del avispero tiene la parada uno de los comerciantes ambulantes que surten a los vecinos de Gáname; "estos bichos son como los lobos, hacen la averías fuera del nido" comentaba el veterano agente forestal.

A decir de los expertos, las avispas comunes construyen sus nidos en lugares muy variados, optando siempre por espacios soleados. Y entre esas preferencias son comunes los agujeros subterráneos, paredes (como es el caso del nido de Gáname), a lo largo de las riberas de los ríos, los árboles, plantas, y tampoco eluden entornos más domésticos como pisos o aleros de las casas.

Si bien en el inicio, cuando la reina comienza a construirlo, el nido puede ser del tamaño de una pelota de golf, a medida que avanza la temporada el avispero crece rápidamente, gracias al trabajo continuado de las avispas obreras, llegando a alcanzar el tamaño de un balón de fútbol o más grande.