Un dispositivo de 30 efectivos de la Guardia Civil, integrado por agentes de Puebla y agentes especializados de unidades antiterroristas veló por la seguridad durante la celebración de la gala organizada por el Ayuntamiento de Puebla, la firma Ferrero Rocher y Mediaset. El operativo rodeó, en varios cordones de seguridad, todo el centro histórico de la villa, desde la subida de la plaza del Arrabal hasta el escenario principal de la Plaza Mayor. Contó con el apoyo de un vehículo dotado con escáner para el rastreo de mochilas. El dispositivo sorprendió a los vecinos y las personas que se desplazaron hasta Puebla.

La masiva afluencia prevista para la noche del sábado a la Plaza Mayor accionó desde el Ministerio del Interior el Plan de Prevención y Protección Antiterrorista, que en estos momentos está declarado nivel 4 de riesgo alto, máxime porque la presentación del pueblo más iluminado iba a entrar en directo, durante unos minutos, por una televisión de ámbito nacional.

El iluminado de Puebla concitó el interés de toda la comarca, de Zamora y de provincias como León o tan lejanas como Valencia. Desde las cinco de la tarde comenzaron a subir por la Costanilla hasta la plaza grupos familiares mayoritariamente. La espera fue larga. Hacia las ocho de la tarde la capacidad de la plaza estaba completa y seguían entrando visitantes, mientras se sucedían las actuaciones a cubierto en el cabildo. En Puebla fueron previsores y algún vecino, con niños incluidos, se llevó la mochila con el bocadillo, el chubasquero y el paraguas.

La primera conexión en directo con el programa llegaba poco antes de las nueve de la noche. El pequeño pasillo desde San Bernardo al escenario de televisión fue un lugar privilegiado y abarrotado para ver de cerca, tocar y hacerse un "selfie" con un Jesús Vázquez amable y sonriente, enfundado en traje con pajarita dorada, a juego con la pirámide de bombones. "Ha pasado y me ha dado dos besos", decía emocinada una afortunada sanabresa mientras grababa el acercamiento. Con la plaza llena en esa primera conexión con la presentadora Enma García, del programa Viva la Vida, el público recibió las instrucciones previas para dar lustre al directo, sin paraguas para ver que todo el mundo estaba en la plaza y expectante de conocer, mejor dicho reconocer, al ganador del concurso.

Jesús Vázquez se refugiaba de la lluvia en el castillo de Puebla -el gran perdedor de la iluminación- convertido en camerino y lugar de recepciones para un número reducido y selecto de personas. El corto trayecto, además, se realizaba en coche.

En la plaza del Castillo, desde la pantalla gigante se seguía la gala, mejor dicho, se seguían las imágenes que captaban la imagen cenital de las cámaras de televisión sobre la plaza y, en el momento clave, los previos del presentador sobre el escenario y de espaldas al público. Los segundos en directo estuvieron precedidos de las indicaciones al público, pulgares arriba de Jesús Vázquez, que recibía los toques de maquillaje, incluso se secaba la frente, se despojaba de su abrigo, erguía su figura y se colocaba la pajarita. Los afortunados telespectadores desde casa se enteraban del diálogo entre los presentadores. En la pantalla gigante había que leer los labios del presentador por la ausencia de sonido durante toda la retrasmisión en la plaza del otro lado de la iglesia. La espera se premió con un reconfortante chocolate caliente, en medio de la lluvia.

Tras estos breves segundos de conexión para desvelar el pueblo más bonito de España, los paraguas volvieron arriba. Entre las nueve y las diez mucha gente abandonó la plaza con cierta decepción por la larga espera y por el tiempo, la lluvia que decidió no irse en toda la noche acompañada de frío. Para los niños, la espera fue excesiva. Los bares de la plaza llenos.

Más de dos millares de personas aún aguataron para la segunda conexión, con instrucciones previas para dar la mejor imagen de la gala. El apagón general daba paso al encendido de la plaza, imágenes en directo sin paraguas con gritos de sorpresa y los cánticos de la Puebla. Esta gala victoriosa culminó en el cielo. Esta vez el Castillo sí se iluminó con su pirotecnia.

Así fue la grabación de un anuncio y su estreno nacional, en el plató de la Plaza Mayor, con miles de figurantes atraídos por las luces y premiados con una caja de bombones. Aunque a la hora de los bombones, la mayoría de los actores ya estaban en casa entrando en calor. La estrategia de publicidad ha sido efectiva con una notable difusión en redes sociales y medios de comunicación, sobre todo locales.