Zamora no ha podido celebrar la inscripción de la construcción de muros en piedra seca en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Por incomprensible que parezca, una parte muy representativa del paisaje rural de la provincia ha quedado al margen de una distinción mundial -acreditada por la Unesco- que valora el arte de construir muros en piedra seca "con un mero apilamiento de piedras sin usar otros materiales de construcción, salvo tierra también seca en algunas ocasiones".

Una técnica ancestral profundamente arraigada en la tradición agraria y pastoril que si bien cuenta con representación en todo el oeste zamorano, es en la comarca de Sayago donde alcanza su máxima expresión. Estamos ante un patrimonio etnográfico identificativo del Sayago más auténtico y tradicional. Piedras de granito que sin estar unidas por ningún tipo de mortero o argamasa, se mantienen por su peso y correcta colocación formando un ensamblaje perfecto.

Cortinos, paredes, cercas, cabañas, chiviteros o chozos configuran un paisaje que constituye un testimonio de los métodos y prácticas usados por las poblaciones desde la prehistoria hasta nuestra época, "con vistas a organizar sus espacios de vida y trabajo sacando el máximo partido de los recursos naturales y humanos locales". En la comarca de Sayago kilómetros de paredes de granito llevan siglos identificando al territorio como un hecho diferencial a través de una técnica constructiva que ha merecido el reconocimiento de la Unesco, aunque no aparezca incluida la provincia de Zamora.

La candidatura fue presentada formalmente por Chipre y Grecia, y después se sumaron Francia, Suiza, Croacia, Eslovenia y España, donde este arte tradicional de fabricación está presente en las comunidades autónomas de Valencia, Cataluña, Baleares, Extremadura, Andalucía, Canarias, Galicia y Asturias. Todas presentaron la petición a la Unesco para la calificación como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, una lista cuyo propósito es dar visibilidad a las tradiciones y conocimientos de las comunidades.

Pero Castilla y León se ha quedado al margen, a pesar de contar con territorios representativos de este modelo constructivo ancestral. Las trampas de lobos de la Alta Sanabria, las pariciones de Aliste o los cerramientos de fincas en el oeste pastoril se suman al perfil natural de los Arribes del Duero. En Sayago el paisaje de sus pueblos, y dehesas está íntimamente ligado a las paredes construidas con piedra seca, un trabajo colectivo que incontables generaciones han modelado, considerado como "un ejemplo de relación equilibrada entre el ser humano y la naturaleza".

Pablo Farfán, arquitecto e investigador del proyecto transfronterizo Biourb aseguraba en una entrevista publicada en 2014 por este diario que "la construcción con piedra de Arribes y Sayago debería ser Patrimonio de la Humanidad, desde Pereruela a Fermoselle y de Villardiegua a Moraleja. Este podría ser uno de los revulsivos que necesita la región para revertir la despoblación".

El propio comité intergubernamental de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial ha considerado que estas estructuras son inocuas para el medio ambiente y constituyen un "ejemplo de relación equilibrada entre el ser humano y la naturaleza".

La arquitectura de piedra seca de Sayago y otras comarcas zamoranas es a la vez todo un modelo de aprovechamiento de los recursos naturales, en este caso el granito que aflora por ese territorio fronterizo, pero también la pizarra, con estructuras en perfecta armonía con el medio ambiente.

Un sello de calidad ignorado por las adminisitraciones que le ha costado al mundo rural zamorano su exclusión de la lista de la Unesco. El asunto entra esta semana en el debate del pleno de las Cortes de Castilla y León de la mano del procurador socialista Martín Benito, quien preguntará al gobierno popular sobre "las razones por las que Castilla y León ha quedado fuera de la declaración como Patrimonio Cultural de la Humanidad de la arquitectura de piedra en seco en España".