Los datos son palmarios. En apenas diez años Castilla y León ha visto cómo desaparecían el 35% de las explotaciones de ovino. Molacillos reproduce la inquietante estadística con solo tres granjas en pie de las diez que funcionaban hace una década. El polígono ganadero construido fuera del pueblo ha ido perdiendo dinamismo a un ritmo trepidante. "No hay beneficios y si tienes que poner dinero por trabajar esto se va a pique" reflexiona Francisco Gago, uno de los supervivientes de la "limpia" y socio de la cooperativa Cogare de la que viven cinco personas, cuatro socios de la familia y un trabajador externo.

Además de mantener la explotación, la familia Gago se garantiza el relevo con la incorporación de Daniel, que a sus 23 años sigue la estela de su padre aunque ya consciente de los sinsabores del oficio. "Según están ahora las cosas no nos queda prácticamente margen, ahora mismo no veo mucho futuro, espero que esto cambie" comenta. Daniel se ha acogido a las ayudas de nueva incorporación, más que cuestionadas tanto por él como por su padre; "no ha merecido la pena, nunca llega lo que te prometen y luego viene Hacienda, el IVA, los requisitos de las administraciones, la burocracia?". En su caso solo por ser miembro de una cooperativa, la ayuda se recortó un 30%.

El ovino de leche vuelve a estar en aprietos. El bajo precio de los productos (leche y corderos) y el alto coste de la alimentación, electricidad o maquinaria desequilibran una balanza que compromete el futuro de las explotaciones.

"Ahora no es rentable, la leche se paga a un precio ridículo, sobre todo en esta época; hace 30 años valía un 80% más que ahora y los costes de alimentación la mitad, con lo cual hoy en día no te queda más remedio que ir a muchísimo volumen y aún así no salen las cuentas" reflexiona Jesús Pintado. Es por ello que este ganadero de 34 años y padre de dos hijos ha creado su propia explotación en Gáname de Sayago, además de continuar trabajando en la de su padre.

"La industria nos está achuchando demasiado, ellos marcan el precio y trabajamos con un producto perecedero que tienes que sacar sí o sí. Si pudiéramos almacenar la leche dos o tres meses igual las cosas serían de otra manera, la industria tendría otro comportamiento" declara mientras trabaja en la nave donde cría un rebaño de ovejas en régimen semiextensivo.

El día que se realizó este reportaje habían pasado 24 horas de un ataque de lobos en Fresnadillo, a tres kilómetros de Gáname, con 21 ovejas muertas y un reguero de heridas. Tras un periodo de relativa tranquilidad el nuevo episodio volvió a poner en alerta a los ganaderos. Jesús Pintado cambió su habitual rutina de ordeñar primero antes de atender a las ovejas en el monte para empezar el día por ir a ver el rebaño del campo. "La incertidumbre está ahí, el lobo lo tenemos y tengo muy claro que con la fauna que se está metiendo la ganadería extensiva en Sayago se va a acabar. El día que ocurra nos lamentaremos de que no hay ganado en el monte".

Es un "chinita" más entre los problemas que afectan un sector con un cierto sentimiento de incomprensión por parte la sociedad. "Estamos un poco cansados de que los demás hablen de nuestros costes de producción sin que se tenga en cuenta el beneficio de nuestra actividad. Supongo que todo el mundo entiende que cualquier empresa aspira a tener beneficios, pues nosotros igual: sin beneficio no hay rentabilidad y sin rentabilidad no podemos continuar con la actividad" declara Francisco Gago.

Los números hablan por sí solos. "teniendo en cuenta la época del año, producir un litro de oveja nos cuesta entre 0,66 y 0,75 euros/litro, y si sumas el coste, las amortizaciones, el rendimiento de capital invertido y el propio beneficio, el precio de venta debería ser de 0,85 euros por litro".

Además es un sector, como la ganadería en general, que se ha profesionalizado para cumplir una normativa exigente, tanto de sanidad como bienestar animal. "Somos buenos ganaderos, cumplimos, nos hemos adaptado a la nueva realidad, nos hemos modernizado y eso cuesta un dinero, nos obliga a hacer inversiones todos los años, pero nada de eso repercute en el precio" reflexiona este ganadero de Molacillos, integrado en el Consorcio de Promoción del Ovino, una agrupación de cooperativas que lucha por ampliar la cartera de cliente en Europa y realiza importantes inversiones "para disponer de más servicios al ganadero y mejorar nuestras explotaciones".

Ir por libre hoy sería una quimera para el sector agropecuario en general. "Si estuviéramos solos, en Zamora no habría ganadería de ovino" precisa Gago. Por ello los productores consideran tan fundamental la pertenencia a un sindicato- en este caso son de COAG- como a las cooperativas. "La burocracia te come y son tantos los papeles que tenemos que manejar, tantas leyes que cambian constantemente que sin ayuda no te aclaras" coinciden en argumentar los ganaderos.

Jesús Pintado es miembro de Asovino como su padre. Perteneciente a una familia de varias generaciones de ganaderos, este joven sayagués siempre tuvo claro lo que quería. "Esto lo llevo en la sangre; económicamente no es atractivo pero el mundo rural me gusta, somos los que mantenemos los pueblos vivos" reivindica. La opción de Daniel Gago también fue libre, al igual que vivir en Molacillos donde se mantiene una cuadrilla de ocho amigos, aunque casi todos trabajan fuera del campo.

Otra cosa son las dificultades con las que tropiezan a diario, empezando por unas nuevas tecnologías manifiestamente mejorables. "Es una desesperación, ahora necesitas Internet para todo, hasta para la factura más pequeña; luego la administración te lo manda todo por correo electrónico, todo el mundo se maneja por la red y cada dos por tres estamos con problemas, sin cobertura; muchas veces te tienes que marchar de aquí para poder mandar los datos" cuenta Francisco Gago. Son inconvenientes de la vida en el pueblo, una reivindicación constante , que ya es de primer orden pero que ni mucho menos ha conseguido extender la banda ancha a todas las zonas y garantizar una cobertura en condiciones.

"Se dan todas las condiciones para invitarnos a irnos de los pueblos" expresa abiertamente Jesús Pintado. "Vivimos muy a gusto pero nos dan por todos lados y si dejamos las fincas abandonadas y la ganadería deja de limpiar el monte habrá muchos problemas".

Por eso cuando estos jóvenes ganaderos escuchan los altisonantes mensajes de los políticos apostando por el mundo rural no dejan de mostrar una sonrisa incrédula. "Desde los despachos se pueden decir muchas cosas" expresa el sayagués. "La administración debería cambiar su discurso y entender que los ganaderos generamos actividad en el mundo rural y hoy en día no se arruina el mal ganadero, el que invierte es el que está cayendo" lamenta Francisco Gago.