Los castros de Rabanales han dado lugar a historias, entre la realidad y la leyenda, pasadas de padres a hijos, de abuelos a nietos. Una de las creencias se centra en que uno de los hallazgos hizo ricos a los miembros de una familia del pueblo. El hecho habría tenido lugar hace ahora 103 años en el "Castro de San Juan" situado hacia el poniente y al que se accede desde el pueblo por el camino "La Brea" (Vereda).

Según testimonios recogidos allá por 1980 por José Rivas Blanco, misionero Mercedario ya fallecido, al parecer a unos 300 meros del camino de La Brea los hijos de un vecino, Juan Gago, se hallaban arando con las vacas: "Labraban tranquilamente y la reja del arado de madera -hasta los años 70 se utilizaron en Aliste los arados romanos- se enredó en algo que no sabían lo que era. Una cadena bastante gruesa se había enrudiado en el arado. Al sacarla vieron que eran unas llares de las que se usan en las cocinas, pero llares de oro". La llares eran la cadena que antiguamente colgaba del "Calderizo" en la chimenea para colgar sobre la lumbre las calderas y los potes.

El hecho habría ocurrido concretamente allá por el año 1915. La historia se la contó Cecilio Gago, según se la había contado a él su tío Juan Gago, al que estaba muy unido, pues se quedó huérfano de niño. El propio Rivas Blanco ya ponía en duda la historia "que aparecieron las llares lo creo; que fueran de oro lo vamos a poner en duda; lo dejaremos en que eran de bronce".

Lo que sí está claro es que las llares de la historia fueron reales y aparecieron y que Juan Gago se las vendió a uno de los acaudalados de la época en Aliste, mas conocido con el sobrenombre de "Conde de Arcillera", dueño de las minas de esta localidad.