Almudena Alberca Martín es madrileña de nacimiento, a los 5 años se trasladó a Salamanca y por sus venas corre sangre sayaguesa, de su madre (de Muga) y su padre (Argañín). "Zamorana cien por cien" precisa por si quedaba alguna duda. Porque además de estar muy vinculada a Muga, donde viven sus padres y no falta ningún verano, estudió Ingeniería Técnica Agrícola en la rama Agroalimentaria en el Campus Viriato y se inició profesionalmente en la DO Tierra del Vino de Zamora. La trayectoria laboral de Almudena Alberca, siempre en el campo de la enología, acaba de dar un paso de gigante con el título Master of Wine (MW), que representa el máximo conocimiento y excelencia en el mundo del vino. Es la primera mujer española que lo consigue entre los 4 titulados que hay en España y 380 en el mundo, de los cuales 131 son mujeres.

-¿Cómo ha sido el camino hasta conseguir el título de Master of Wine?

-El proceso ha sido largo, muy intenso, gratificante y también muy duro. Es intenso porque requiere mucho de tu tiempo, la mayoría de los que lo estudiamos tenemos que compaginarlo con un trabajo. Y además en estas edades estás tratando de crecer en tu carrera profesional y tienes que dedicar mucha energía a trabajar. Al final tienes poco tiempo, por eso la intensidad. Pero por otro lado es muy gratificante porque es lo que te gusta, para hacer esto te tiene que apasionar el mundo del vino y querer conocerlo en su amplitud.

-Ese será el gran desafío, abarcar un campo tan amplio.

-Sí, estás en contacto con muchos conocimientos, viajas mucho, vas a zonas distintas de vinos, conoces bodegas, vinos, productores... En definitiva durante el proceso de estudio te relacionas con un montón de profesionales de distintas áreas, hablas con compradores, responsables de calidad de cadenas de supermercados grandes, gerentes, con otros enólogos. Te enriqueces muchísimo y eso también te va dando mucha adrenalina y mucho impulso para continuar.

-Ha conseguido un título internacional que la acredita como una de las "maestras" del mundo en el sector del vino, se ha enfrentado a la cata más difícil y a las pruebas más complicadas; es para estar más que satisfecha.

-Sí, y a todo eso hay que sumar que es un título inglés que obliga a un nivel del idioma muy alto, para competir en la comunicación es un factor que complica un poquito más todo. Nuestro sistema educativo no es igual que el de ellos, pensamos diferente y necesitas todos tus sentidos para decir lo que quieres de la manera más correcta posible. He tenido que ir desarrollando y mejorando el idioma durante todos estos años.

-El origen de esta brillante trayectoria se sitúa en Zamora ¿cómo nació el gusanillo por el mundo del vino?

-Hice Ingeniería Técnica Agrícola en el Campus de Zamora en la especialidad de Industrias Agrarias Alimentarias porque siempre me había llamado la atención todo el tema de alimentación. Dentro de ello estaba la elaboración de vino, decidí compaginar las asignaturas de alimentos con el vino e hice las prácticas de empresa en una cooperativa de Tierra del Vino.

-Y ahí empezó todo.

-Sí, porque conocí un montón de cosas y también a mis futuros jefes, que estaban haciendo una prueba antes de construir Viñas del Cenit y me ofrecieron trabajar allí. Hice dos vendimias en España, me fui a hacer otra a Nueva Zelanda y volví encantada, me lo pasé fenomenal. He viajado muchísimo, he conocido a un montón de gente y además está la parte del contacto con el campo y toda la transformación de la uva en vino, que es un proceso precioso de microbiología, extracciones, hay un montón de aspectos científicos envueltos en la elaboración del vino. Entonces me enamoré totalmente, me encantó hasta el punto de que yo quería conocer más. Me licencié en Enología, cursé un máster en Viticultura, a la vez fui haciendo cursos de cata en Londres y conseguí el Advanced Certificate WSET (Wine Spirit Education Trust). Cuando acabé todo dije, yo quiero más; seguía teniendo la necesidad y las ganas de conocer más profundamente todo y me matriculé en el Master of Wine, ya no se me ocurría que más podía hacer (risas).

-Ha llegado tan alto que se antoja difícil que pueda conseguir mucho más, al menos en títulos no en conocimientos.

-Seguro que alguna cosa más haré porque creo que es bueno siempre seguir formándose, tanto profesional como personalmente. Es bueno tener la cabeza activa y siempre hay más que aprender, también de vinos por supuesto.

-Empezó a conocer el vino desde la base, en la propia viña, vendimiando ¿eso le ha dado una dimensión total de lo que es el mundo del vino?

-Es lo mejor. Si poco a poco vas cubriendo etapas, tienes conocimiento de los trabajos en la bodega, de cómo los tienes que hacer, aprecias el nivel de detalle que hay que dedicar a cada una de las etapas para elaborar un gran vino. Ahí es donde te das cuenta de que no es casualidad todo lo que sale. Por ejemplo, cuando estuve trabajando en una Nueva Zelanda era una bodega con unas 15 personas repartidas en un turno de día y de noche. Todos profesionales con carreras, con muchas vendimias en varias zonas del mundo. Pero luego estaba el equipo de enología con el primer enólogo y el segundo, de alguna manera éramos peones profesionales formando un gran equipo. Te das cuenta de que es necesario conocer todas esas etapas para poder definir perfectamente cómo quieres hacerlo tú en el futuro y dónde está el nivel de detalle, qué necesita tu equipo para poder trabajar bien. Realmente cada fase era muy interesante, montar un laboratorio, elegir tus barricas o estudiar el diseño de la bodega. Vivir el proceso de creación de una bodega te va enriqueciendo mucho y te de bagaje y una experiencia que te aporta una seguridad en los pasos que vas dando hacia el futuro.

-Forma parte de una generación de enólogos jóvenes con vocación internacional, eso sitúa al vino como un buen embajador de un territorio.

-Totalmente, y además las zonas de vino están en sitios siempre muy bonitos, con mucha cultura, muchas raíces, donde te vas como atrapando de todo. Por eso me encanta el ciclo completo.

-Parece mentira que en el año 2018 todavía tengamos que hablar de la primera mujer en algo, como en su caso Master of Wine en España.

-Master of Wine hay muy pocos en el mundo (380), como dice un compañero menos que astronautas. Es un colectivo pequeño pero muy profesionalizado; dentro de estos 380 hay 131 mujeres. Y en España hay tres compañeros y yo. Realmente es una cosa reciente en nuestro país porque excepto Pedro Ballesteros, mi tutor, que está desde 2010, los otros dos compañeros aprobaron el año pasado en septiembre, y yo este año. Dentro del sector es algo novedoso porque la formación es inglesa y en países productores como Francia, Italia y España ya tenemos la profesión muy especializada; por eso normalmente esta formación como que no se consideraba tan necesaria. Sin embargo en Inglaterra, donde existe mucha comercialización de vino, hay bastantes empresas que tienen dos o tres MW dentro de su organización. Pero está claro que si quieres ascender o aspirar a un puesto de más responsabilidad el título te viene bien, aunque para los países productores no ha sido una prioridad. Por ejemplo Italia todavía no tiene ningún MW y en Francia hay varios pero no son todos franceses. Es una titulación reciente para nosotros.

-¿Es real esa percepción de la presencia de la mujer en el mundo del vino, con una destacada generación de enólogas?

-Sí, poco a poco está mejorando bastante, sobre todo en zonas como Rueda donde hay muchas enólogas; sin embargo en Ribera de Duero hay bastantes menos, quizás un veinte por ciento.

-¿Y en Zamora?

-Pues creo que hay un mixto; desde luego en Toro hay más hombres que mujeres.

-¿Qué valoración hace de las denominaciones de origen y menciones de calidad en la provincia de Zamora?

-Son zonas superinteresantes, en parte creo que por la diversidad climática que tenemos. Arribes está en un entorno climático totalmente distinto a Toro y a su vez éste es diferente a Tierra del Vino, creo que la única comarca del mundo que lleva el nombre propio del vino; luego está la zona de Benavente, un poquito más joven. En Zamora tenemos muchos viñedos viejos y es un tesoro que deberíamos de seguir conservando, al igual que variedades autóctonas muy interesantes, como la Juan García o la Tinta de Toro, un tempranillo pero un clon muy adaptado con unas características peculiares. Contar con esta diversidad da carácter a los vinos que salen de Zamora. Y luego a su vez cada una de las zonas está en territorios culturalmente muy interesantes, con lo que la mezcla de todo eso hace que a través del vino podamos a atraer más gente a la provincia a alimentarse por el enoturismo de todo lo que tenemos.

-¿El vino entonces puede ser un motor económico, un catalizador para territorios aquejados de males como la despoblación?

-Desde luego que el vino puede ser un catalizador, sobre todo ahora mismo que genera tanta expectación, con mucha gente interesándose, que quiere conocer. Por ejemplo si vas a Toro, visitas dos o tres bodegas, si además puedes conocer la parte histórica de la ciudad y vas a comer a un sitio estupendo, porque tenemos una gastronomía muy buena, de repente has pasado un fin de semana muy completo. Si lo que te picó el gusanillo fue el vino bienvenido sea porque así has conocido la zona. Es verdad que el mundo del vino puede hacer de catalizador de muchas cosas pero también las bodegas tienen que presentar una oferta atractiva, interesante, cuidada y bonita como se ve en otras zonas. Y luego Zamora capital cuenta con un entorno maravilloso, con todo el románico y la historia, donde se come fenomenal y está de Toro a media hora por una carretera estupenda. Arribes apenas está a una hora aunque es una zona ideal para pasar unos días, donde se están instalando artesanos con quesos y otros productos de la tierra. La oferta mixta es muy atractiva.

-Demuestra que conoce muy bien la provincia.

-Es que me encanta, todos los veranos de mi vida los he pasado en Muga, más navidades y Semana Santa cuando vivían mis abuelos. He estudiado unos cuantos años en Zamora, doce años en Tierra del Vino, he hecho mis pinitos en Toro donde sigo llevando una bodega. Tengo muchos amigos en Zamora.

-¿Ha conseguido elaborar el vino ideal?

-He hecho muchos vinos ideales, en general he tenido la suerte de trabajar en proyectos donde han creído en mi y en mis capacidades para elaborar. Siempre he puesto mucha parte de mi y de mis ideas en todos los vinos que he ido haciendo. Es verdad que dependiendo del tipo de proyectos hay veces que te pueden pedir otra cosa o que repites, pero he tenido la fortuna de empezar un proyecto desde cero, a la medida con nuestras ideas y obviamente también de los jefes porque es su negocio. Si no pudiera hacer vinos en los que yo creo me sería muy difícil funcionar en las empresas donde he trabajado, por propia personalidad.

-¿A partir de ahora qué?

-La verdad es que he estado estos años tan centrada en acabar el Master of Wine y al final es un periodo tan largo que parecía que no fuera a conseguirlo nunca. Pero siempre que he querido ser consultora, llevar distintos proyectos sin renunciar a seguir elaborando vino y mezclarlo un poquito con comunicación, con educación, ir viendo de qué parte me enamoro aunque siempre vinculada a la elaboración de vinos, que es mi especialidad. Me encantaría seguir haciendo vinos en Castilla y León, en Zamora, por ejemplo un vino en Arribes con la Juan García. Me atrae lo que estoy haciendo ahora, como asesora en una empresa con tres bodegas, me gusta estar cerca de distintos sitios, distintas zonas, distintas elaboraciones. Vamos a viendo lo que vaya surgiendo, estoy abierta.

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