Victoriana Rodríguez Bermejo cumplió ayer 100 años acompañada por sus tres hijos y homenajeada por el Ayuntamiento de Otero de Bodas. El alcalde, David Ferrero, entregó a esta ilustre vecina un ramo de rosas y el concejal Carlos García, primo de la centenaria, una placa en recuerdo de este especial cumpleaños que celebró con los residentes y el personal de la residencia La Sagrada Familia de Villardeciervos.

La directora del centro, Sara Ingelmo Corral entregó además la figura de una paloma, símbolo de la Fundación, como recuerdo de esta fecha.

En la fiesta de cumpleaños no faltó ni la tarta ni las rosquillas, receta familiar que Victoriana enseñó a su hija. La familia convidó, además, a los vecinos de Otero que no pudieron estar en Villardeciervos pero que enviaban besos y recuerdos a su convecina.

Victoriana Rodríguez engrosa la lista de personas centenarias nacidas en Otero de Bodas, cuatro en los últimos años, que dan idea de la longevidad de su generación y, en el caso de esta mujer, una vida de trabajo. Victoriana ha vivido en su pueblo hasta que la enfermedad le ha impedido valerse por sí misma. Victoriana nació un 19 de septiembre de 1918, dedicada toda su vida a los trabajos del campo, su madre se encargó de que aprendiera en la escuela porque no la sacaba para ir con el ganado.

"Era muy culta y estudiosa" apunta su hija Emilia Simal, a quien contaba los accidentes geográficos cuando pasó una estancia en Barcelona. De haber tenido oportunidad hubiera sido "periodista" y su especial predilección eran los noticiarios. Victoriana se casó con 23 años con Amador Simal y tuvo cuatro hijos: Heraclio, Emilia, José Amador y Lorenzo que falleció prematuramente a los 17 años. Con 56 años, su marido sufrió una trombosis y ella tuvo que ocuparse de los trabajos de la hacienda y la familia.

Mano para la cocina

En su casa paraban desde el médico a los vecinos por el buen café de pota que colaba con la manga y que aprendió a hacer "de un cubano". También aprendió a poner inyecciones de "benzetacil". Salvo el café, Victoriana no ha bebido ni vinos ni licores. Sus nietos, seis, pasaban con ella los largos veranos.

Tenía buena mano para la cocina, además de las rosquillas, hacía un "flan de cura" que se cocina en fuente de porcelana y en sobre las brasas. Y una última afición de Victoriana, el fútbol y su equipo de toda la, el Barcelona. Su hija Emilia agradecía el trato familiar y las atenciones que reciben en la residencia de la Sagrada Familia.