Villalpando cerraba ayer un capítulo de su historia al despedir a las Hijas de la Caridad, que durante 139 años han servido en la villa terracampina cuidando de sus niños y de sus ancianos, dejando un grato recuerdo en varias generaciones de villalpandinos que ayer demostraron su cariño a las religiosas vicencianas al llenar la iglesia de San Nicolás durante la misa cooficiada por el obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, y el posterior homenaje a las hermanas.

Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl llegaron a Villalpando el 21 de noviembre de 1879 para hacerse cargo de un hospital fundado en el siglo XII, y más tarde fundarían una escuela, tal y como hacía esta ordena apostólica allí donde se instalaba. El colegio de Villalpando llevaba el nombre de La Inmaculada y funcionó hasta la reforma educativa de agosto de 1972, la primera vez que las monjas de la Caridad se vieron obligadas a salir de Villalpando. No fue por mucho tiempo, pues el Ayuntamiento construyó sobre las antiguas escuelas la residencia de mayores La Inmaculada, y la alcaldesa Carmen Allende consiguió que las Hijas de la Caridad regresaran para hacerse cargo del centro en 1986. Tras 32 años dando cariño a los ancianos, la orden se ha visto obligada a enviar a las religiosas de Villalpando a nuevos destinos.

Esta decisión viene motivada por la falta de vocaciones religiosas, que se nota no solo en las órdenes religiosas sino también en el sacerdocio, como recordó el obispo Gregorio a los feligreses villalpandinos: "Se acabó lo de un cura, un pueblo. Los curas cada vez tienen más pueblos y todos tenemos que colaborar con la Iglesia, porque la Iglesia es de todos y para todos", afirmó el prelado durante su homilía, centrada en alabar la buena labor desempeñada por las Hermanas de la Caridad, que calificó de "fe práctica".

Por otro lado, el obispo pidió a los fieles de Villalpando que den continuidad a la obra de las Hijas de la Caridad cuidando de sus mayores, "se van las monjas, no se acaba la obra", aseveró al tiempo que advertía que los ancianos "son una parte muy valiosa de la comunidad".

Las propias Hijas de la Caridad tomaron la palabra para agradecer la "acogida, reconocimiento, apoyo y cariño prestados por las gentes de Villalpando y pueblos vecinos en estos años, y como muestra de agradecimiento entregaron a la parroquia una vela de la Medalla Milagrosa. A su vez, las hermanas sor Eugenia, sor Dionisia, sor Almudena, sor Teresa y sor María Jesús recibieron equeños obsequios de parte de la parroquia y del Patronato de la residencia.