"No tenemos ninguna novedad ni indicio de lo que puede haber ocurrido". Lucía Fernández se sigue aferrando a la esperanza de poder desentrañar el misterio de lo que le sucedió a su padre tal día como mañana de hace dos años, cuando desapareció. Fue el 2 de septiembre de 2016, Miguel Fernández, de 78 años, acudió a dar un paseo por la mañana siguiendo su rutina diaria y ya no se volvió a saber nada de él. El jubilado alistano pasaba el verano en su pueblo de Gallegos del Campo junto a su esposa y allí definitivamente se le perdió la pista.

Las intensas e incansables búsquedas de los primeros días, con la colaboración de numerosos vecinos de la zona apoyando a la Guardia Civil y Protección Civil lanzados al monte, fueron tan infructuosas como las posteriores batidas que hicieron cazadores y personas que acostumbran a recorrer la zona.

La realidad es que nada más se supo de Miguel Fernández, más allá de la esperanza que generó una búsqueda programada por la Guardia Civil en septiembre del año pasado que terminó con la localización de unos huesos. Todos indicios que apuntaban a que definitivamente se habían encontrado los restos del anciano en las inmediaciones de Gallegos del Campo se desvanecieron apenas 24 horas después, cuando la propia Guardia Civil confirmaba a la familia que el hallazgo eran restos óseos de animal.

Nada más se supo. Dos años sin noticias que la familia de Miguel Fernández intenta superar, aunque cada fecha clave vuelvan los recuerdos. Como mañana, 2 de septiembre, cuando se cumplen 24 meses sin el marido y sin el padre. Lucía Fernández, que siempre ha agradecido la colaboración de vecinos y fuerzas de seguridad, se ciñe al recuerdo para que, dos años después de la desaparición de su padre, el caso de Miguel Fernández no se cierre definitivamente. Y también para que los mayores no cometan imprudencias a la hora de moverse solos.

El caso de Gallegos del Río no es el único abierto en estos momentos en la provincia de Zamora, desde que el pasado 22 de julio se produjera la desaparición de un anciano que estaba en la Residencia "Conchita Regojo" de Fermoselle. Celestino Benéitez, de 89 años y natural de Formariz de Sayago, fue visto por última vez tras el desayuno de aquella mañana de agosto en la villa de los Arribes del Duero.

El dispositivo de búsqueda que "peinó" los alrededores de Fermoselle y los parajes próximos a la carretera, incluidos pozos o zonas de difícil acceso no dieron resultado alguno.

Ni las batidas de los agentes con la colaboración de varios de los sobrinos del desaparecido, que no tenía hijos, y fermosellanos que también se prestaron a la búsqueda fueron capaces de localizar pista alguna del anciano. El domingo pasado fue la última vez que rastreó la zona un helicóptero de la Guardia Civil.

Miguel Fernández y Celestino Benéitez se suman a la lista de más de cuatro mil personas sin rastro en España. Según la organización SOS Desaparecidos, cada día desaparecen tres personas en nuestro país.