Más de 1.500 personas entonaron por duplicado el "cumpleaños feliz" a los gigantes La Negra y El Chino que celebraron sus 170 años con una fiesta de Cumpleaños, el miércoles por la noche, en la Plaza Mayor de Puebla de Sanabria. El desfile nocturno con un recorrido marcado por las velas discurrió desde la Plaza del Mariquillo, por la calle del Registro, San Bernardo, La Florida que recibió más florida que nunca a todos los invitados.

El recorrido culminó en la calle la Cárcel para regresar por la Rúa, la Plaza de Armas para hace el camino de regreso. Más acompañados no pudieron estar los cumpleañeros y sus inseparables cabezudos, que arrastraron una marea de gente por las calles al ritmo de la Escuela de Folklore y Baile de la villa. Como en las grandes ocasiones, cada gigante contó con cuatro porteadores, veteranos y jóvenes. En este desfile se incorporó la primera mujer que baila un gigante, Raquel Domínguez, y tres nuevos cargadores Luis Prada, Carlos Méndez y Alberto Sánchez.

El primer regalo de la fiesta apareció al girar en la calle la Cárcel cuando una salva de fuegos artificiales, desde el Arrabal, daba la bienvenida a la comitiva. En la Plaza de Armas posaron todas las parejas de baile, además de los homenajeados, los Zapateros, los Reyes, los Sanabreses y los Condes, los cargadores y los componentes de la Escuela.

En la Plaza Mayor aguardaban las dos tartas de cumpleaños en el portal románico de la Iglesia del Azogue y cientos de globos en la torre, además de los 1.400 pasteles para el público invitado, porque no podían faltar los dulces. Los gigantes regalaron una jota bien tocada y mejor bailada que arrancó las sonrisas de la Negra y el Chino y los aplausos de todos los invitados.

El discurso del alcalde, José Fernández, saltó de las lágrimas de emoción que saltan todos los años el 7 de septiembre, cuando los gigantes salen del Salón de los Obreros, a la mirada de la Negra, que a un guiño autoriza que empiece la fiesta. Figuras indispensables que llegaron a la par, y que la noche del miércoles tuvieron lugar de honor, Negrito, Aplanchetado, Napoleón y las dos Gigantillas. El devenir de los rigores históricos confinó y arrinconó a Gigantes y Cabezudos que "las pasaron canutas" pero siempre fueron los pregoneros de las fiestas. "Nuestras sólidas raíces se alimentan de la cultura y si es de nuestra cultura, mejor".

A las once en punto se encendieron las velas de las tartas, el público acompasó la estrofa de cumpleaños y detrás del castillo aguardaba otro regalo, una salva de pirotecnia y una lluvia de globos que hizo las delicias de los invitados más pequeños. El fin de fiesta llegó cuando un pasillos de gigantes y gaitas, panderetas, tambores y bailarines hizo el pasillo para que la Negra y el Chino entraran en volandas a la Iglesia, donde esperarán hasta el día 7, descansando de tantos años de cumpleaños. Como bien decía un participantes "solo me quedan 100 años para tener su misma edad". A por los cien.