Con una generosa lección de musicología de cocinas y campos, el grupo salmantino Mayalde hizo cantar a la Plaza de Trefacio, para San Mamés, con los ritmos más ancestrales del reino de León, esos "que a nosotros no nos enseñaron a valorar", pero que están en la herencia cultural de Sanabria y que se transmiten de generación en generación todavía en algunas localidades.

El grupo desgranó canciones de jota, de polca de habanera, de siega, de arrieros, de bodegas? regadas con filosofía de la vida, de la Ti Vicenta, del ti Pedro y del Ti Antonio.

En la época en que "no había nada en el plato", en el plato y del caldero vacíos se cocinaba música. Una sociedad que no canta canciones de cuna a sus niños "es una sociedad enferma" sentenció el musicólogo. En este camino por los ritmos, la música no es tan moderna como aparenta, la percusión fluye en un hilo muy fino de los campos a las discotecas.

En el fondo, los niños tienen que ser los herederos de la cultura musical, esa que reunía a los vecinos a cantar a cualquier hora del río. Y entre tonada y tonada, cuento, chascarrillo y chiste.