Cincuenta y ocho años después, las puertas de la iglesia Parroquial de los Santos Justo y Pastor de Villalverde volvieron a abrirse para acoger el enlace matrimonial de la pareja hispanoalemana formada por Sonja Reuters e Iván González Gómez. Casi un centenar de invitados, más de 60 procedentes de Alemania, y una veintena de Villalverde esperaban puntualmente ante la puerta del templo la llegada de la pareja.

El padre del novio Miguel González trasmitía felicidad por el enlace y porque fue la propia novia la que eligió este templo, uno de los más singulares de la comarca. La familia González ha vivido más de 30 años en Alemania, y ahora el matrimonio, una vez jubilado ha regresado a Villalverde. Sus dos hijos siguen viviendo en Alemania.

La pareja que se casó en 1958, hace 60 años, Celia y Adel, también estaba en el templo celebrando sus más que bodas de diamantes. Si la última boda en fue hace 60 años, el último bautizo se celebró en octubre de 1967, el de Begoña. La gran boda alemana se convirtió en todo un acontecimiento no solo para los invitados, sino para la historia del pueblo. El novio llegaba poco después de la una de la tarde a la explanada del templo, acompañado de su madre, Manuel Gómez, que nació en Orense, agasajados por vecinos e invitados. La puntualidad alemana, en esta ocasión, permitió a la novia llegar con el retraso pertinente como manda el protocolo español. A la puerta del templo, el padre Vicente Miguélez recibió a Sonja Reuters y su padrino Willy Reuters que llegaban pasadas la una en un descapotable histórico. La novia vestía con sencillez y llevaba intercalado en su ramo una rama de olivo de los que crecen a la puerta de la iglesia.

En el interior del templo engalanado los invitados esperaron la entrada de la novia, para comenzar la ceremonia de la boda. El trío Aventum Música recibió a la pareja entonando "The Ecstacy of Gold". En la ceremonia, oficiada en castellano, se intercalaron fragmentos en alemán, aunque todos los invitados pudieron seguir en un programa toda la misa.

En la homilía, y tras la lectura de las Bodas de Caná, el padre Miguélez hizo a la pareja su particular regalo con música de los Beatles y letra de la Epístola de San Pablo. Tras la bendición de la unión de la pareja, hubo una licencia para que los novios se besaran, con el retablo de los Reyes Mayos como testigo del enlace. El templo disimuló sus achaques de la edad con telas y flores, aunque feliz de volver a ser el lugar elegido para una boda.

El arroz se sumaba a la fiesta, cuando novios, padrinos y testigos firman en el acta de matrimonio y salían convertidos en marido y mujer, mientras los invitados brindaban con champán y zumo.