La capital terracampina donde la tierra huele a arte taurino, la que es villa por excelencia, extendía las telas de un gran abanico impregnadas por un denominador común, el del homenaje a un maestro de la tauromaquia. Y para más señas, al torero Andrés Vázquez, a la sazón hijo de Villalpando.

La cita festiva de tributo al maestro no podía haber quedado en mejores manos que las del mozo de espadas, de Jaime, la mano y el sentir de uno de los personajes que por méritos propios entronizan el saber estar y la elegancia, de quien el 25 de julio, el día de Santiago Apóstol, cumplía 86 años. La figura del veterano torero doctorado en la Monumental de "Las Ventas" en el año 1962 y tras haber logrado diez Puertas Grandes y un más que vasto peregrinaje por las capeas sellaba su elegante estampa en un coso de faranduleo, de belleza y de arte, sobre todo de amigos del maestro. La terraza del establecimiento "El Toreo" era albero de plata donde los rayos de sol encumbraron la ya figura cumbre, la del maestro Andrés Vázquez.

Junto al joven mozo de espadas, el dúo "los Dos Españoles" creó una perfecta simbiosis organizativa en una jornada festiva con sello torero.

Medio centenar de amantes del toreo quisieron rendir homenaje a un grande y nada mejor que hacerlo como le gusta al maestro. Su cumpleaños, sus 86 años bien merecían la pena un pequeño sacrificio de algunos llegados desde lejos. Las complicidades mutuas brotaron emociones de pasión, de pasión torera en Villalpando.

Fueron otros grandes del arte, el grupo musical "Los Dos Españoles" quienes se encargaron de dirigir una batuta. Toros y cante, flamenco y arte ondearon al viento en una jornada que apunta señera en Villalpando. Las tablas, las telas del abanico ya abierto pintaban toro, pintaban ganadería, pintaban música, pero, sobre todo, pintaban arte taurino entre aficionados y amigos. Y coronando la estructura, el ojo del maestro atento a regalos por doquier y la muestra del buen hacer de los diestros Israel Lancho, Julio Norte, Luis Miguel Calvo (Juncal), del ganadero Victorino Martín y del poeta José Prieto Castro y de los artistas del escenario del cante, Julio Baeza, Moisés de la Alhambra, Soledad Luna, Loren Álvarez, Florentino, y la guitarra de Luis Miguel de Uña.

El cielo de Villalpando se hizo arte y bajo sus pies el maestro, Andrés Vázquez, se hizo grande.