El primer espante taurino organizado esta mañana en el prado de La Reguera de Fuentesaúco, con motivo de las fiestas de la Visitación, resultó de una ejecución de libro en cuanto a organización, disposición de los diferentes protagonistas y desarrollo, con los astados, los caballistas y los espantadores cumpliendo su papel con una pureza admirable.

Fueron tres espantes realizados con un orden y una dirección de los jinetes alabada por el público entendido que siguió evento con expectación. Algunos afirmaban que se dio cumplimiento a los tres espantes mínimos exigidos. Se cerró con un cuarto enfoque que adentró en la calle de la villa saucana a jinetes, novillos y cabestros formando una sola masa. Lo hicieron a gran velocidad y pletóricos de fuerzas y energías, despejando a paso más que ligero al poco público que no se había puesto a resguardo y ocupaba la zona.

En esta ocasión se contrataron novillos-toros de las acreditadas ganaderías de S. Miguel y Torres Gallego, y los espantes estuvieron dirigidos por la empresa Campo Alcarreño S. L..

Unos cuarenta caballistas salieron ayer al prado de la Reguera, que mantuvieron una disciplina llamativa, tras los cónclaves celebrados en la misma pradera antes de dar inicio el encierro, para perfilar todos los pormenores, las formas de trabajar y de llevar adelante el cometido.

Los toros gozaron de toda la tranquilidad y respiro, entre espante y espante, y el público, que llenaba el graderío dispuesto tras la valla, terminó aplaudiendo la conjuntada salida de los protagonistas de la pradera.

El escenario de La Reguera se fue llenado de público desde casi dos horas antes del inicio del tradicional espante, a las 10.00 horas. Los locales y los más aficionados llegado de otros lares ocupando los sitios de mejor panorámica y portando su propia silla o taburete. Es una ocasión de oro para los taurinos, que aprovecha para intercambiar pareceres sobre el desarrollo de los encierros habidos y previstos, y para comentar incluso el encierro de San Fermín, en Pamplona. Algunos también tuvieron tiempo de sacar a colación, entre espante y espante, el asunto de La Manada.