Fermoselle es otra de las villas que aprovechó la noche de San Juan para espantar de las mentes, de los cuerpos y de todo el municipio los malos espíritus. Lo hicieron montando una hoguera que, además de leña, lleva plantas de las conocidas como san Juanes ( caña como el anís), alegría ( tomillo) y otras aromáticas como laurel con las que se consigue que el humo purifique los cuerpos terrenales. Son plantas recogidas en la zona arribeña, donde forman parte del paisaje.

Además se elaboró una queimada y perrunillas para, entre conjuros de la señora Emilia, quemar malos espíritus y pedir nuevos deseos. Antes cada barrio hacía la suya, ahora el Ayuntamiento toma el testigo para mantener la tradición.