La masiva presencia de niños y niñas de entre 3 y 10 años garantiza el recambio generacional y supervivencia del folclore. Así lo refrendó el festival de primavera de Alcañices donde la Escuela de Folclore "Manteos y Monteras", que dirige Ludy Domínguez Méndez, puso el broche de oro a un ciclo formativo anual que contó con 239 matriculados,-155 alumnos pues muchos participan en varias asignaturas-, de 35 pueblos tanto de España como de la vecina Portugal.

A los aprendices de folcloristas alistanos y trasmontanos le va la danza y 70 fueron los alumnos de está disciplina, seguidos de la percusión con 54. Tras ellas le toca el turno a los dos instrumentos propios del folclore popular alistano, la gaita de fole con 20 alumnos y la dulzaina con 21, los mismo que en pandereta y canto. Doce participaron en flauta pastoril y 11 lo hicieron en banda.

Alcañices, como sede de las aulas de folclore que se ubican en las instalaciones de la "Estación de Autobuses" es la población con más alumnos: 51. Le siguen San Vitero (1), Tola (8), Gallegos del Campo (7) Bercianos (6) Lober y Matellanes (5), Nuez, Figueruela de Arriba y Samir (4), Moveros, El Poyo y Ceadea (3), Sarracín, San Juan, Cabañas, Abejera y Castro (2) y con uno en cada caso San Vicente, Muga, Miranda do Douro, Sao Martinho de Angueira, Caçarelhos, Ribas, Valer, Rabanales, Villadepera, Gallegos del Río, Pino del Oro, Alcorcillo, Trabazos, Fornillos y Palazuelo.

El equipo de profesores estuvo compuesto por Ludy Domínguez Méndez (baile, canto y pandereta), Andrés Castaño Fernández (dulzaina), Rubén Viñas (Percusión), Christian Román (danza), Marisol Pérez (baile infantil), Esther Martín (flauta pastoril) Sergio Cabezas (gaita), Víctor Arguello (banda) y Diego González (perfeccionamiento de gaita, dulzaina, percusión y batería).

El festival folclórico, programado para la céntrica "Plaza de Ferreras" hubo de trasladarse al Pabellón Cubierto del "Alto la Atalaya" a causa de la lluvia. Por cortesía del Ayuntamiento de Alcañices, que preside el alcalde Jesús Lorenzo Más, se ofreció una merienda popular a base de hornazo típico alistano a todos los asistentes, garantizando el regidor la ayuda a la escuela de folclore. Una grandeza del folclore es ver compartir aulas a niños, adolescentes y jubilados, intercambiando experiencia y aprendiendo los jóvenes de los abuelos. Gaitas y dulzainas no frenarán las despoblación pero mantienen viva la esperanza.