Nuestra Señora la Virgen de la Ribeira puso ayer, como anda la ancestral tradición cada último domingo de mayo, el broche de oro a las romerías de primavera en honor a las "Siete Hermanas" de España y Portugal con una emotiva jornada marcada por la convivencia y la hermandad de cientos de devotos y curiosos, la mayoría de ellos llegados desde los pueblos de Tras Os Montes y Aliste

El santuario construido a finales del siglo XIII en las colinas de Quintanilha, junto a San Martín del Pedroso, gracias a la reina Santa Isabel, abría sus puertas y allí acudieron fieles a su cita los devotos a postrarse ante "La Riberiña", ofrecerle sus rezos y ofrendas, agradecerle los favores pedidos y recibidos relacionados con la salud y muy en articular con la voz.

Cuenta la leyenda que allí donde se ubica la ermita campestre una pastorcilla portuguesa, muda, cuidaba su rebaño de ovejas y recobró el habla al aparecérsele la Virgen María en la ladera que da a la ribera del Manzanas y el Caravela: de ahí lo de "La Riberiña"

Al mediodía La Riberiña salía de su morada al campo para ir recibiendo una a una a las imágenes y procesiones que llegaron desde las aldeas portuguesas, las cuales fueron situándose en los jardines para dar paso a la Riberiña, primera en entrar al templo, con una misa en castellano y otra en portugués.

Muy concurrido estuvo el mercado cumpliendo, junto a la variante religiosa, el intercambio social, humano, cultural y devocional que ha pervivido ya durante más mas de 735 años. Ya se celebraba en 1283, -fecha en que conoció la romería y se hizo devota Santa Isabel- cuando viajaba a encontrarse con el rey Dinis en Coimbra.