La Fiscalía de Salamanca ha solicitado dos años de prisión y otros dos de inhabilitación para el ejercicio de la medicina para un médico, J.E.M., al que acusa de masturbarse delante de una paciente en el centro de salud del municipio salmantino de Guijuelo.

Según la prensa regional y fuentes jurídicas, el Ministerio Público ha considerado los hechos como constitutivos de un delito de abuso sexual por el que pide dos años de prisión, mientras que el abogado de la defensa solicita la absolución.

Los hechos se produjeron a las siete de la mañana del 10 de octubre del pasado año, cuando una mujer, según la denuncia que presentó ante la Guardia Civil, acudió al centro de salud guijuelense aquejada de un fuerte dolor de espalda.

Al levantarle la camiseta, supuestamente el médico le rozó la espalda con sus partes íntimas, algo que le recriminó la mujer sin obtener respuesta por parte del doctor, por lo que la paciente comenzó a grabar con el teléfono móvil, según la denuncia.

Más tarde, mientras la enfermera preparaba unas inyecciones, el supuesto autor se masturbó sentando debajo de la mesa.

Como consecuencia, la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León suspendió de empleo y sueldo al médico.

La Fiscalía, en su escrito de conclusiones provisionales, ha recordado que el médico había sido condenado por exhibicionismo en 1994. Pero no es la única denuncia. El facultativo ya había sido denunciado por una mujer en Granja de Moreruela, que contó en LA OPINIÓN- EL CORREO DE ZAMORALA OPINIÓN- EL CORREO DE ZAMORA, aquellos momentos tan duros. En aquella ocasiòn, el médico fue absuelto porque ningún testigo quiso corroborar la historia de María.

Aquello ocurrió un día en que la mujer, de nombre ficticio María, hoy con 53 años, sintió taquicardias y acudió al médico. Con el tiempo supo que eran ataques de ansiedad. Cuando le tocó el turno, el médico, J.E.M., le pidió, tras las primeras preguntas, que se tumbara en la camilla, tras el biombo que había en la consulta, y se quitara la ropa de cintura para arriba. La enfermera se encontraba en otro despacho, por eso no hay testigos directos del sucesos, explica.

Cuando estaba boca arriba, el facultativo se acercó y comenzó a auscultarla con el fonendoscopio en el pecho y, en un momento dado, "vi que bajaba una de las manos, pero no le di importancia", relata. Lo que ya no le pareció normal fue sentir "en el costado", hacia la cintura, "algo caliente y duro".

El tiempo corrió deprisa entre que se giró, se tiró de la camilla y observó que el médico tenía su pene en las manos, completamente erecto, recuerda con "asco".