La nieve y la lluvia han cambiado la cara de los agricultores y ganaderos. Después de un año "catastrófico" y un invierno no menos preocupante sin rastro de agua, las precipitaciones de los últimos días son un alivio para los hombres y mujeres del campo. "Una bendición" en palabras de Pilar de Pedro, ganadera de Luelmo. En una comarca de ganadería extensiva como la de Sayago, que vuelvan a correr los regatos, aunque todavía de forma muy incipiente, y reverdezcan los pastos supone un respiro para un sector en serios aprietos. Solo un dato: la falta de alimento natural ha obligado a comprar comida para los animales desde el verano y llenar cubas para saciar su sed.

"Hace una semana las ovejas dejaban un rastro de polvo como en pleno verano, era desesperante, te entraba una angustia horrible". Lo cuenta Almudena, ganadera de Argañín, quien no duda en hablar de una "situación catastrófica" para el sector. Por eso, las últimas precipitaciones "nos hacen ver un poco la luz; es verdad que no es suficiente, tiene que llover más porque la tierra estaba muy seca, pero por lo menos empieza a correr un poquito la ribera". Como sus compañeros, Almudena lleva "más de medio año comprando comida para las ovejas, gastando mucho y encima los corderos cada vez valen menos. A ver si empezamos a remontar un poquito".

Marcelo Mozo, ganadero de vacuno de Bermillo, afirma que los aproximadamente 80 litros que lleva tragando la tierra desde que cayó la nevada "nos dan una alegría". La humedad generará pasto, el codiciado alimento natural del que se han visto privados los animales desde hace meses. Una carencia que ha tocado suplir con pienso y forrajes, y como empezaban a escasear "se ha duplicado el precio". La lluvia es buena y la nieve mucho más porque "no se pierde nada de agua", se va filtrando y aliviando el acusado déficit hídrico que presentan los suelos.

"La nieve es la mejor forma de aportar agua a la tierra porque lo humedece de forma uniforme, se aprovecha todo y no se producen escorrentías". Fuentes del sector medioambiental aseguran que las precipitaciones "han dado vida" a los valles de Sayago.

Puede que la imagen más gráfica del cambio del paisaje, especialmente significativa en el pedregoso Sayago, la brindan los regatos y arroyos empezando a correr, algo que no se veía hace más de un año. "Los manantiales necesitan mucho más agua para recargarse, pero por lo menos el campo va a pegar un cambio" argumenta Marcelo Mozo.

Las mismas sensaciones que transmite Miguel Ángel Manzano desde Torrefrades. "Estábamos en las últimas, el campo no criaba, estaba arrasado, sin humedad. Con los precios por los suelos, si encima no llueve ...". Los aproximadamente 70 litros de los últimos días permiten mirar la primavera con otros ojos; "ahora hace falta temperatura, no las heladas del año pasado". Un año para olvidar, sin comida natural para el ganado, con todas las consecuencias que ello tiene para una ganadería extensiva. "Llevamos desde julio dando de comer a los ovejas. Se ha gastado más del doble que otros años y un cordero vale lo mismo o menos que hace 30 años y luego son todo exigencias desde la administración" reflexiona Manzano.

Además del desahogo para los ganaderos, las precipitaciones generan también un gran beneficio ambiental, teniendo en cuenta que apenas unas horas antes de la nevada los agentes medioambientales de la Junta estaban apagando fuegos. Es ilustrativa la fotografía de una señal de tráfico en Luelmo, quemada y humeante momentos antes de que la empezara a cubrir la nieve.

No menos llamativo resulta el paisaje de árboles quebrados y ramas por los suelos que ha dejado a su paso la nevada. Aunque fugaz -el manto blanco apenas duró 24 horas-, en unas horas la nieve cayó con fuerza sobre la abundante vegetación. Después vino la helada y el viento, y el peso se hizo insoportable sobre las ramas de fresnos, encinas, laureles o robles. El resultado es un devastado horizonte de árboles por los suelos, dañados, troncos y ramas rotas y carreteras invadidas, que se han empezado a despejar. Otra cuestión será la limpieza de la vegetación dañada.