Cristina Zelich mantiene la actitud sencilla y serena de las personas sensibilizadas por el arte, la cultura y, en su caso, también por la Naturaleza.

- ¿Cómo surgió el apego al paisaje?

-Desde hace muchos años me interesa el paisaje. Ha tenido una evolución desde cuando empecé. Viví en Italia unos años, cinco en Venecia y cinco en Mogginano, una aldea de los Apeninos. Allí realicé trabajos de paisaje muy ligado a aspectos autobiográficos, de vivencia personal, de día a día. Siempre me dediqué a la fotografía. Trabajé para Opción Feminista, una revista feminista, y para Cuadernos de Pedagogía.

- ¿Qué le sorprende a su llegada a esta comunidad?

-A partir de este primer trabajo de Italia, volví a España y, en 1994, vine a vivir a Salamanca y me resultó fascinante porque, acostumbrada a valles estrechos y con pocos horizontes, de repente hallé un territorio desconocido, también morfológicamente. Me resultó exótico, comparado con lo conocido, y decidí hacer un trabajo sobre cualquier elemento que sobresaliera de la horizontalidad. Cuando diriges tu mirada sobre el paisaje estás creando un paisaje nuevo. Ese trabajo se expuso por Castilla y León, en una muestra colectiva comisariada por Alberto Martín y en el que participaron Santiago Santos y Javier Ayarza (estuvo aquí en Zamora).

- ¿Solo le interesa el paisaje, no atrae su interés el aspecto humano?

-Casi todo lo que he hecho es paisaje, pero no quiere decir que no toque el aspecto humano porque, en parte, el paisaje es una construcción del ser humano. Existe un territorio natural sobre el que actúan las personas. La transformación es lo que más me interesa. Hice un trabajo sobre el impacto de las grandes infraestructuras del territorio y me centré en los proyectos del Instituto Nacional de Colonización, en Salamanca. Hay un cambio de la fisonomía de la cuenca del Tormes y del Águeda, con poblados de nueva planta. Un poco al filo de este trabajo apareció este proyecto con el que me han dado la beca.

- ¿En qué consiste el proyecto "Fuera del mapa. Paisaje y distopía"?

-Es fijarme en el impacto de las grandes infraestructuras, sobre todo de generación de energía, y como se han creado unos paisajes casi de la noche a la mañana. Así como las transformaciones del hombre en el territorio son muy lentas, las producida por estas infraestructuras es un impacto muy brusco y se producen en un corto periodo de tiempo. También las sequías han producido esos paisajes de fuera del mapa. También me interesa otras intervenciones como canteras, que han dejado una huella en el territorio, o el caso de la central nuclear de Sayago, que no se llevó a cabo. Me interesa la fotografía del paisaje, pero no tanto para exaltar las bellezas naturales sino como una mirada contemporánea del paisaje. No me interesa una fotografía de denuncia sino levantar acta de lo que hay. Me gustaría utilizar la cartografía anterior. Es una descripción particular del territorio y del paisaje, que un día cumplió otra función.

- ¿Tiene perfilado el desarrollo del trabajo?

-Tengo que ver cómo se desarrolla. No quiero ser superambiciosa. Hay que ser realista porque un año es un año y quiero hacer algo que tenga sentido y que las imágenes tengan que ver entre sí. Deben hablar las fotografías, no creo en la imagen aislada. Creo mucho en las secuencias o en los polípticos. Tampoco es cuestión de cantidad de fotografías.

- ¿Cómo es el presente y el futuro de los artistas en estos momentos? Algunos hablan de enormes dificultades.

-Yo no he conseguido vivir de mi obra y he tenido que hacer otros trabajos, que no me ha importado porque me han interesado muchísimo. He trabajado en comisariado. Dirigí una Galería de fotografía en Barcelona desde 1977 a 1983, hasta irme a Italia. He enseñado fotografía, técnicas del siglo XIX.

- ¿Existe alguna vía de esperanza y solución a los creadores de arte?

-Para los jóvenes las ayudas a la creación son importantes, pero también la posibilidad de difundir, crear una red de difusión de la obra que sea consistente y que llegue a quien tiene que llegar. Lo lógico es que la creación artística se expusiera y se promocionara desde espacios ad hoc, dedicados al Arte. Exponer en una Casa de Parque está bien, pero no da la difusión que requiere el mundo del Arte. Los jóvenes necesitan abrirse camino y existen pocas galerías, incluso privadas.

- ¿Los creadores jóvenes pueden acceder a este tipo de galerías o existen otras fórmulas para mostrar su arte?

- Tienen dificultades para producir la obra y para difundirla y darla a conocer. En estos momentos se está creando una serie de redes que nada tienen que ver con las tradicionales. Aprovechan las nuevas tecnologías para crear blogs, autoedición?

- ¿El mercado para los artistas está en buen momento? ¿La gente, la sociedad compra arte?

- O bien consiguen una galería que les represente, que funcione, que les lleve ferias de Arte, que tenga contacto con las colecciones, con las instituciones, con las administraciones, con los que compran, o lo tienen muy complicado. Cualquier artista lo que quiere es poder vivir de su obra. Hay que entrar en el circuito del Arte, que son las galerías y los museos, que compran obras para sus colecciones. Una sociedad que esté al tanto de la creación contemporánea. Si es difícil en ciudades como Madrid y Barcelona, en Castilla y León es más difícil porque ha habido poca tradición. El Museo Nacional de Arte de Cataluña, de Barcelona, parte de fondos y de una donación de los empresarios del sector textil. Las ciudades industriales, donde había dinero, compraban obra en el siglo XIX. El rico invertía dinero en comprar arte, como se hacía en París o Londres. Si no existe una burguesía o empresario que quiera lucir en sus salones la obra, no se compra.

- ¿Cómo se entiende un paso tan sorprendente desde una ciudad multicultural a un pequeño pueblo de Sayago?

-Nadie me entiende mi paso de la urbe a Gáname. Pero es comprensible porque por mí trayectoria he vivido en muchos sitios distintos y no tengo ningún problema. Ahora me gusta más el medio rural que la ciudad, cuando tenía 25 años me gustaba la ciudad. El olor de la tierra me agrada. Pero es raro porque mi padre siempre fue urbanita. Mi madre si nació en un pueblo. En un pueblo es donde me encuentro a gusto si puedo seguir viajando e ir a Madrid, a Barcelona a París?

- ¿Cómo ve la situación del medio rural, el envejecimiento, la despoblación??

-Veo que es bastante triste. Cuando empieza el buen tiempo la gente sale a la calle, pero ahora en invierno no veo a nadie, salvo a algunos vecinos que pasan con el tractor. Me da mucha pena. Tengo buen contacto con mis vecinos y la gente, y veo las carencias como internet, la asistencia sanitaria, la dependencia de los vecinos de un coche para ir incluso a Bermillo. Es cierto que vienen furgonetas pero no traen lo que necesitas como, por ejemplo, tinta para impresora. Uno se puede imaginar las limitaciones.

- ¿Le gusta implicarse en las actividades sociales?

-Soy la única que va a los Plenos en Bermillo. En el último se anunció la construcción de un centro cultural de nueva planta. Me parece estupendo, pero luego deben dotarlo de presupuesto y de un programa. En Gáname he creado una pequeña biblioteca en el local social y creo que en dos años he prestado un libro.

- ¿Hay remedios o alicientes para dignificar a los pueblos?

- En Cerezales del Condado (León) hubo un simposio sobre cultura y ámbito rural que atrajo a gente de toda España. Se hablaron de microproyectos. Una maestra habló de un pueblo berciano y de que los chavales de los pueblos sepan apreciar lo que tienen, que no todo lo tradicional es anticuado. La gente de los pueblos debe valorar lo que tienen y sentir orgullo.