Cayetano Fernández Pérez, tiene 31 años, es de Villalube, y lleva siete años incorporado a la agricultura en Tierra de Campos. Joven, preparado, con ilusión, que ha apostado de forma clara por la actividad agraria y que representa un modelo profesional de la agricultura, el de los ATPs.

-¿Por qué decidió incorporarse al sector agrario?

-Desde niño he conocido el campo, he vivido la agricultura como la actividad principal de la familia. Me incorporé con mucha ilusión a partir de la explotación familiar y de algunas otras superficies arrendadas, ilusión que sigo manteniendo, porque entiendo que la sociedad debe reconocer que somos imprescindibles. Producimos alimentos y somos garantes del medio ambiente. Soy consciente de que es una actividad dura, condicionada siempre a la climatología y otras adversidades, en la que muchas campañas, como la pasada, los números no nos cuadran, pero es lo que me gusta y a la que me dedico de forma voluntaria y plenamente convencido de mi profesión.

-¿Con qué dificultades se ha encontrado?

-La principal, las fuertes inversiones que he debido acometer en maquinaria, en aperos agrícolas, etc. También los problemas de acceso a superficies que se necesitan para hacer que la explotación, que es nuestro único medio de vida, sea viable y rentable. Es difícil comenzar si no tienes cierta seguridad de permanencia de una base territorial inicial y dispones de ciertos medios de producción. Tienes que ser conocedor de la actividad y estar plenamente convencido de que esta actividad es la que quieres, si no puedes hipotecar todo tu futuro.

-¿Por qué decidió asesorarse y afiliarse a la Alianza UPA-COAG?

-Porque es la organización con la que más me he identificado desde un principio, por la defensa del modelo profesional de la agricultura y ganadería, el de los Agricultores a Título Principal. Creo que representa y defiende mis intereses mejor que otras. También porque es la organización que atiende de forma más efectiva a la dispar problemática agraria y la única que es visible en nuestra provincia con la convocatoria de actos de protesta en demanda de la soluciones a nuestros problemas, como sector y como medio rural.

-¿Qué opinión te merece la idea de que los agricultores viven de las subvenciones?

-Creo que las ayudas directas no serían necesarias si tuviéramos unos precios justos y suficientemente remunerativos por nuestras producciones. Las ayudas no vienen sino a compensar los bajos precios de nuestros productos, de lo que se beneficia toda la sociedad. Además dichas ayudas no están bien destinadas, pues deberían dirigirse a los verdaderos profesionales. No se prioriza a los ATPs. Las expectativas que ofrecía la última Reforma de la PAC no se han cumplido, pues la definición de agricultor activo ha quedado tan descafeinada, que una vez más, cualquiera tiene posibilidad de acceso a las ayudas. Por otra parte, con un diseño de ayudas desacopladas de la producción en su mayor presupuesto, da posibilidad de cobro incluso a los que no realizan una verdadera actividad agraria en las superficies.

-¿Las ayudas a la incorporación de jóvenes son suficientes? ¿Considera que las Administraciones Públicas apuestan de una forma decidida por la incorporación de jóvenes al sector?

-Creo que no. Son necesarias pero no suficientes. El sector está fuertemente envejecido, solamente un 5% de los agricultores tienen menos de 35 años, y esta situación debe corregirse con políticas efectivas. Las ayudas a jóvenes en la primera instalación conllevan no pocos compromisos, entre ellos contar y permanecer con una base territorial mínima que se considere suficiente para justificar una explotación viable, dimensión que en muchos caso es difícil de alcanzar. También un compromiso de inversión importante, y que las ayudas solo cubren en un porcentaje parcial insuficiente. La Reforma de la PAC de 2015 incrementó los máximos de ayudas, pero la realidad es que se mantienen las medias de ayudas respecto al anterior programa. La tardanza en los pagos por parte de la Administración, la carga burocrática que suponen los expedientes, su seguimiento, desanima a los jóvenes lo que en muchos casos les lleva a no solicitarlas.

Por otra parte, los pagos establecidos para los jóvenes en las ayudas directas anuales deberían considerarse durante un mayor período, que añada cierto complemento de renta al joven y le aporte estabilidad. Como medida adicional, deben ponerse en marcha ya los bancos de tierra, con acceso prioritario a los jóvenes que ayude a redimensionar su explotación.

-La Alianza UPA-COAG es la referencia sindical agraria en esta provincia. ¿Qué servicios le prestan en atención a toda esta carga burocrática que nos comenta?

En la Alianza UPA-COAG siempre he recibido un trato muy personal y directo por parte de su amplio equipo técnico. Un asesoramiento técnico profesional y cualificado, de garantía, en temas tan dispares como la tramitación de las distintas líneas de ayudas, en el campo de la formación, en el asesoramiento jurídico y tramitación de recursos, en el de inspecciones y controles de las ayudas, en fiscalidad, en seguros, y en la información de actualidad de todas las novedades normativas que casi a diario se nos remite. Además cuentan con una plantilla de técnicos bien formados, con experiencia, de reconocido prestigio en las Administraciones, comprometidos con el sector y con el modelo productivo de profesionales ATPs. Por eso la inmensa mayoría de los agricultores de la provincia están vinculados con la Organización, por la propuesta sindical que realizan y por la estructura técnica consolidada que ofrece unos servicios técnicos de garantía.

-¿Cómo ve el futuro del sector agrario y del medio rural?

-Incierto. El mayor de nuestros problemas es la desregulación total de mercados que ha realizado la PAC-2015 y que parece se consolidará con la nueva. Ello supone que no tengamos seguridad sobre lo que podemos producir para obtener una justa rentabilidad. Realizamos inversiones o gastos de campaña, diversificamos en producción, pero puede que no lo recuperemos, pues no tenemos seguridad contractual previa. Producimos alimentos para la sociedad, de calidad, sujetos a rigurosos controles y condicionantes medioambientales y sanitarios. Nuestros costes de producción se han incrementado exponencialmente por dichos condicionantes y no tienen su justa correspondencia ni en incremento de ayudas ni en el precio final de nuestras producciones. La sociedad debe reconocer el papel de la agricultura y la ganadería en favor del medio ambiente, somos imprescindibles. Nuestro medio rural necesita de servicios públicos de calidad y de proximidad.