Legajos con caligrafía pulcra, anotaciones contables, firmas hechas con paciencia y buena letra, relación de impuestos e ingresos de los pueblos, número de vecinos. Toda esa información cuenta de manera precisa la historia de los pueblos a través de los Ayuntamientos. Papeles viejos que sirvieron para atizar más de una lumbre en el siglo XX. Son pocos los archivos municipales que guardaron la historia relativamente reciente del municipalismo a través de los documentos. Los Ayuntamientos echan en falta ayudas para catalogar, ordenar y preservar esta fuente de información no solo municipal, sino de valor histórico. Hasta la misma encuadernación de los legajos tiene valor.

El impuesto de la sal, las tasas a la paja y la leña de todo tipo aparecen en la relación de impuestos a los vecinos que se aplicaban en el siglo XIX e incluso las primeras décadas del siglo XX recogidos en los anuarios del Ayuntamiento de Asturianos. Los legajos más antiguos se remontan al año 1865, e incluso puede que haya alguno anterior, pero no hay una persona que se dedique a catalogar y preservar el archivo local, como apunta el secretario de la institución. El siguiente paso sería poder digitalizarlo.

La conservación de estos archivos ha dependido, en muchos casos, del interés personal del funcionario que en ese momento se encargaba de la administración municipal, o del interés de alcaldes y concejales. A menudo no hay un lugar o espacio para almacenar en las condiciones deseadas para preservar un papel que ya tiene más de 150 años y sufre los asaltos de la humedad y los hongos.

El archivo "histórico" municipal de Asturianos está instalado en una de las dependencias de la Casa Consistorial, guardando cierto orden y donde los legajos antiguos se disponen en una estantería ordenados. El espacio es compartido con los "legajos" más modernos, como el proyecto de Alta Velocidad, los expedientes de la Concentración Parcelaria o los proyectos de las obras del Ayuntamiento. Sellos de alcaldía, incluso el sello municipal que se hizo para la época de la República, el busto de Franco o los carteles de la puerta de la oficina y de la alcaldía conviven en el fondo archivístico.

La parte más significativa es la de las actas municipales, donde se refleja también la contabilidad del Ayuntamiento y de los Pueblos. El escribano incluso deja su impronta artística en el Libro de Sesiones de 1878, donde dibuja un ave en tinta que todavía se conserva. Las actas municipales recogen la vida y valores de otros tiempos. La unidad de medida era el quintal, totalmente desconocida tras la implantación del sistema métrico decimal.

El primer libro de Registro de nacimientos data de 1870 y en su encabezado reza: "Este libro o cuaderno compuesto de 60 folios útiles pertenece al Registro Civil de Asturianos, se destina a la sección de Nacimientos. Puebla de Sanabria treinta de Dbre. de mil ochocientos setenta".

El primer niño inscrito en el libro es Antonio Pequeño Pérez, de Asturianos, nacido a las 10 de la mañana del día 19 de enero de 1871. En ese año el registro de nacimientos pasa a depender de los Ayuntamientos, función que antes realizaban las parroquias con los Libros de Bautismo. Desde el último tercio del siglo XIX todos los nacidos están inscritos en los registros civiles de Ayuntamientos y Juzgados. Un quintal de paja "de todas clases" costaba 0,6 céntimos. El cálculo de consumo era de 4.000 quintales y el producto calculado 240 pesetas. Por 1.900 quintales de leña la tarifa asciende a 114 pesetas.

Los conceptos del año económico, reflejados en el acta de primero de septiembre de 1878, eran amplios. Por consumos la cantidad 11.648 y por el presupuesto municipal la cantidad de 19.000. El impuesto de la sal se cifra en 4.348 pesetas. El total general del año económico es de de 34.996 pesetas.

En el presupuesto y la relación de impuestos se hace constar el número de vecinos por pueblos, Asturianos con 69, Entrepeñas 48, Lagarejos 40, Cerezal 18, Rioconejos 44 y Villar 38. El total de vecinos es de 277 y la relación de cobros. Y todo escribano hace algún borrón y cuenta nueva.

El fondo documental sigue creciendo con presupuestos, arqueos, informes, actas modernas, etc . Recientemente, un descendiente del pueblo ha donado su biblioteca para uso de la comunidad, con enciclopedias de Derecho, literatura clásica y hasta cómics de Asterix y Obelix, que se guardan en otra dependencia del Ayuntamiento.