Aarón Sánchez, Irene Vicente, Roberto de Arriba y Mónica Martín son los cuatro quintos que este año han protagonizado la fiesta del gallo de Venialbo, que coincide con la celebración de la Virgen de las Candelas. Ambas tradiciones imperecederas forman parte del calendario festivo de la localidad, que durante el fin de semana ha acompañado a los quintos en distintos actos representativos del paso a la madurez.

La tradición se corona con las ancestrales coplas ante un hermoso gallo blanco encerrado en una jaula, que recitaron los dos quintos varones ante un pueblo expectante por escuchar las vivencias en un tono satírico y burlón. Este rito iniciático con el ave por testigo reunió en torno a la iglesia de Venialbo a numerosos vecinos que desafiaron el frío para no perderse uno de los momentos más genuinos de la fiesta del gallo, cuando los quintos, vestidos de militares y a lomos de los caballos, cuentan anécdotas y recuerdan a los suyos en su gran día.

La jornada festiva había comenzado por la mañana con el toque de diana a cargo de una charanga, el repique de campanas y la misa de las Candelas, donde los quintos realizaron las reverencias a la Virgen en el pasillo central de la iglesia y el ofrecimiento del Niño. El párroco, Manuel Salvador, presidió la celebración y el coro parroquial, con la incorporación de las voces masculinas, cantó la misa.

La procesión, con los feligreses portando las velas, y la Virgen de las Candelas llevada en andas, recorrió el entorno de la iglesia parroquial, para retornar al templo con los sones del himno nacional.

A lo largo del fin de semana los quintos han vivido su fiesta, que comenzó la tarde del viernes con el encuentro. El sábado participaron en una comida popular en el Monte Coto, ofrecida por sus familias, y a la que se sumaron amigos y vecinos de Venialbo para acompañar a los jóvenes en un momento importante de su vida.

Por la noche volvió la celebración, aunque con una cena más familiar y muy emotiva para los más cercanos. La verbena en el salón de usos múltiples coronó la fiesta del sábado.

Un fin de semana donde cuatro quintos -uno de los años más escasos- han renovado una tradición que Venialbo cumple desde tiempos inmemoriales.