Un grupo de vecinos de Bermillo de Alba se ha alzado contra la construcción "chapucera" de una balsa en uno de los parajes más verdes y fértiles de su pueblo, "La Rodilla". La infraestructura parte el valle en dos y las obras han destrozado el único camino que da acceso a una zona de huertas, dejando a los propietarios sin entrada a sus parcelas, pero lo que ha provocado la indignación de la mayoría de la gente ha sido la destrucción de la histórica Fuente de La Rodilla, que ha quedado sepultada bajo la tierra extraída por las máquinas, "porque es una fuente que tenía más de cien años y seguía dando agua fresca, pero sobre todo porque no había necesidad ninguna de enterrarla, con que hubieran hecho la obra tres metros más allá o hubieran depositado la tierra en otro sitio se habría salvado la fuente", explica Luis Gago Rodríguez, uno de los afectados que está recogiendo firmas entre el resto de propietarios para que la Junta de Castilla y León reponga los daños causados.

La sorpresa del pueblo fue mayúscula al descubrir la zanja abierta "con nocturnidad, pues empezaron una tarde pasadas las seis y sin informar a los propietarios de la zona", acusa Gago. Los vecinos ya sabían que se iba a habilitar una "charca" en Bermillo, pero todos pensaban que se llevaría a cabo a 300 metros de allí, en el paraje de "La Barrera", donde los técnicos habían marcado con pintura roja en varias rocas lo que ellos creían que iba a ser el lugar de la excavación. El representante de los propietarios afectados defiende que esa ubicación era ideal porque "no se molestaba a nadie, por allí no pasa ningún camino, e igualmente hay agua de sobra, existe un manantial que ahora mismo está brotando".

Donde finalmente se ha construido la balsa, el movimiento de tierras ha convertido lo que antes era un camino de zahorra que conducía a las huertas en un estrecho barrizal "por donde no se puede meter ni un carro, mucho menos un tractor, si no lo arreglan este verano vamos a tener que cargar las patatas a la espalda", protesta el dueño de una de las parcelas. Pero además, los propietarios temen que cuando llueva demasiado la poza suelte el agua hacia las fincas anegando sus cultivos. Por esos motivos han redactado un escrito para enviar a la Junta de Castilla y León exigiendo que "se reponga el camino de zahorra hasta cada una de las fincas de particulares, con sus respectivos tubos de hormigón para el paso de agua en previsión de inundaciones, así como el arreglo de la fuente inutilizada, donde se ha ocasionado un grave impacto ambiental al tapar por completo el manantial subterráneo que la abastecía". También llamaron al Seprona, que ha tomado nota del estado de las obras y sus efectos.

Luis Gago trató de recabar información sobre las obras en el Ayuntamiento de Fonfría, donde no le enseñaron la solicitud de la licencia o una comunicación de Medio Ambiente "probablemente porque no la tienen, en lo que yo creo que es una dejación de funciones por parte de los responsables municipales que no han controlado las obras", asevera. También afirma que habló con el alcalde en funciones y que "no tenía noticia sobre lo que habían hecho en Bermillo". Más tarde se dirigió directamente al Servicio Territorial de Medio Ambiente, donde le informaron de que "las obras están paradas hasta el mes de marzo, y que cuando las reanuden tratarán de dejar el camino mejor de lo que está ahora", asegura con escepticismo.

Este guerrero vecino no sabe por qué se decidió habilitar la balsa en ese lugar y no más arriba, en "La Barrera", ni quién daría la orden de hacerla allí, pero sí tiene claro que "no querían que nos enteráramos los del pueblo, porque quien ha hecho eso sabía que no nos iba a sentar bien y han intentado esconderlo hasta que no había marcha atrás".

En cualquier caso, y aunque se reponga el camino y se tomen medidas para evitar la inundación de las fincas, difícilmente los vecinos de Bermillo de Alba volverán a hincar la rodilla en la tierra para beber agua fresca de la fuente de la ídem, una práctica a la que acostumbraban todos los que pasaban por allí de camino a las huertas, así como los pastores que cruzaban el valle con su ganado en busca de pasto. Un bien común que ha quedado sepultado a tres metros bajo tierra.