Los vecinos de Castromil cerraron ayer las celebraciones navideñas de raigambre popular, en la comarca de Sanabria, con la culminación del "Reinado" que sacó al Rey, el Virrey y al Conde de calle en calle y de puerta en puerta para pedir el aguinaldo. Vecinos y protagonistas cerraban así cinco días de fiestas de plato que reunió a los hombres del pueblo en el local de "la Función". El día de invitados, el viernes, abrió las puertas a mujeres y niños.

Esta longeva tradición se ha celebrado ininterrumpidamente desde que tienen memoria los mayores, con la sola excepción de los años de luto, por el fallecimiento de alguna persona del pueblo, con la complejidad de la amplia parentela de las familias.

Y sin más prolegómenos, apurando el postre, los hombres del pueblo comenzaron poco antes de las cinco de la tarde el recorrido hasta la iglesia, encabezado por el Rey de este año, Nemesio González Nieto, que por primera vez detentaba el cargo, con la función de llevar el estandarte. Una bandera trabajada con pañuelos de seda y coronada con una manzana con monedas incrustadas. En funciones de Virrey participó Baltasar Nieto González, y en calidad de Conde, Santiago González Rodríguez. El Virrey aparece en el cortejo a la derecha de la máxima autoridad y con la encomienda de desempeñar el próximo año la función real. Los tres se diferencia por las bandas que cruzan en el torso.

Entre los más veteranos de la fiesta del Reinado están Manuel Gilberto Piornedo González de 79 años e Ignacio Nieto González de 80 años que "cantan los Reyes" aleccionado a los más jóvenes, con la tarea de aprender el repertorio tradicional. Y la estrofa arranca "Del Oriente vienen tres reyes, todos tres en compañía, a adorar al Niño Dios, que en Belén nacido había". Los dos cuentan cómo se desarrollaba esta celebración. La comitiva, al son de la charanga de saxofones y percusión, lleva a la puerta de la iglesia para asistir a la misa del día de Reyes. El párroco, José Villabril, ofició la misa de Epifanía y alentó a seguir celebrando una fiesta de Reyes de "confraternidad y armonía" entre los vecinos. Los fieles cumplieron con la tradición de adorar la imagen del Niño. Como los Magos de Oriente, los Reyes de Castromil siguieron su camino recaudando el aguinaldo de los vecinos que viven en el pueblo. Un aguinaldo de chorizos, huevos y billetes.

Marciala González Cortes, de 81 años, recuerda al pie de la iglesia la espectacularidad de las fiestas donde los componentes de esta peculiar realeza desfilaban a Caballo, con las calles adornadas de alfombras y telas, y los reyes adornados con collares de lo más variopintos de frutas. Marciala, de 91 años es, junto con Concha Barjacoba, una de las mujeres más mayores del pueblo.

El día 5 de enero los mozos salía por las casas del pueblo invitando a los casados. Un año incluso, sacaron a los maridos de la cama para sumarse a la fiesta, e incluso algún mozo no quiso perder la oportunidad de encamarse con la esposa ajena. Entonces "había mucha más gentes, había 70 u 80 hombres en el pueblo" relata Ignacio Nieto González.

Los más jóvenes no pierden detalle de la fiesta, toman incluso el relevo de llevar el estandarte por deferencia del Rey.