Ni el agua impidió ayer que "El Ciego" ardiera y se cumpliera la suerte deparada por el destino, como culminación al recorrido de la mascarada de invierno por los barrios de Vigo de Sanabria. Un número cada vez más numeroso de Visparros, Talanqueiras acompañaron ayer al alcalde, el cura, los morenos, los ciegos y madama en su recorrido desde el Barrio Alto hasta las escuelas.

La Ermita de Gracias fue el punto de encuentro para enmascarados y público que desafió el rigor de una tarde invernal para cumplir la fiesta Visparros y Talanqueiras. El recorrido estuvo acompañado por los gaiteros y tambores de Puebla. La primera parada fue en la iglesia para asistir, desde la torre del campanario, a los casamientos del año oficiados por un alcalde trasmutado en cura para la ocasión. Los novios se intercambiaron los poemas de amor con un desenlace inesperado.

El novio exteriorizaba su felicidad de verse casado, ante los vecinos del pueblo, pensando en el desayuno en la cama, la cena temprano, las compras hechas. Peo ni compras ni restaurantes caros ni gastar dinero. La novia gustosa de dormir toda la mañana, de escaparates con la "Mastercard dorada" comprar de diseño y ropa cara, dejó al novio el encargo de anunciarse en La Opinión "Hombre joven y buen mozo busca una esclava muy lerda, porque su futura esposa, ayer, lo mandó a la mierda".

El cura acortó la faena de los casamientos de antaño, con tan buena mano para crear parejas en bodas pasadas, "ya no quedan solteros que no hayan sido elegidos". Aún así no faltó el consejo "Casaremos, casaremos, dejaremos de casar? Los pobres que tienen cuelmo con los ricos de pizarra". Sin olvidar un matrimonio de conveniencia para emparentar hormiga y cigarra.

La comitiva dio cumplimiento al mandamiento de cura y alcalde "cantar de puerta en puerta, en busca de buenas jarras" además de llenar el varal de chorizos y la cesta de aguinaldo, entre vecinas y vecinos con puertas abiertas. Talanqueiras y Visparras tributaron cantos, bailes y cencerradas ante las casas generosas con "xixa para el garabito".

El público no se libró ni de los puñados de harina -antaño ceniza- ni de quedar ensartados entre las cornamentas de los Talanqueiras, ni de los aguijonazos de los Visparros. Solo faltó un poco de nieve para certificar la vitalidad de la mascarada invernal.

En la explanada de la escuela aguardaba un ciego remojado esperaba que la madama le aplicara candela y lo dejara chamuscado, mientras el coro cantaba las canciones de la Visparra y algún que otro villancico ante la presencia del Belén de troncos de madera. Los Reyes Magos se escaparon por un momento del portal para asistir a los casamientos en la iglesia. Los participantes cerraron el recorrido con el descubrimiento de los enmascarados en medio de aplausos. Y en un día invernal el chocolate con churros y el calor de unos buenos saltos en el baile cerraron la puesta de largo de la Visparra.