La Filandorra de Ferreras de Arriba desafió al día desapacible y cumplió con la costumbre de correr y hacer correr a vecinos y visitantes por las calles. El toque de la campana, previsto a las nueve y media de la mañana, pilló al cuarteto con el minutero algo atrasado. El cuarteto madrugó un poco, e instantes antes de las diez menos cuarto de la mañana comenzaban los preparativos en casa de Atilana Folgado, "como todos los años", para los protagonistas del día Marcos Canas Otero (Filandorra), Juan José Baladrón Peral (Demonio), y los debutantes Rubén Villar Andrés (El Guapo) y David Villar Ferreras (La Madama).

Mientras que David y Rubén participan por primera vez, Marcos es el veterano del grupo con siete años poniendo ritmo a la Filandorra, esta vez sin su hermano con el que habitualmente compartía mascarada.

El recorrido comenzó en la calle Los Álamos con la visita a las primeras casas abiertas y con los primeros chavales acompañantes dispuestos a correr y a coger caramelos. Entre los más jóvenes, Javier Aguilar Crespo, entre sonrisas reconoce que ya tiene ganas de cumplir los 16 años para poder vestirse con la Filandorra, es de los pocos chavales que viven de continuo en el pueblo, aunque por estas fechas son muchos los jóvenes y niños que están de vacaciones en el pueblo, unos 30, aventura uno de los niños.

La Filandorra va dejando tras de sí un rastro de carbonilla en los rostros de los vecinos, y entre los más esquivos o los más familiares unos sonoros correazos. El mal tiempo hizo que Guapos y Feos gastaran su tiempo en el interior de las cocinas, al calor de las lumbres encendidas que ahumaban a buen ritmo. Hasta el Diablo bromeó con imprimir velocidad al recorrido al montarse en una moto estacionada en una de las calles del recorrido.

En la calle Melilla se repartieron unos pocos palos y unas contadas carreras, antes de dirigir los pasos hacia el entorno de la plaza de la Iglesia. A medida que se acercaban a la calle principal aparecía más chavalería. Los mayores del pueblo no perdían la costumbre de agasajar a los cuatro muchachos con su aguinaldo y su tentempié.

El grupo de niños y chavales aumentaba en proporción inversa a la bolsa de los caramelos que regalan Los Guapos, aunque con truco como explicaba uno de los niños "si te agachas a cogerlos aprovechan y te pegan con las castañuelas". Los caramelos se pescaban casi al vuelo. La amplitud de la calle del Ayuntamiento imprimió vistosidad a las contadas carreras de la mañana, y eso que el tiempo estaba propio para correr y entrar en calor. Los más mayores aguardaron en las casas la visita de la popular pareja, para entregar el aguinaldo, aunque a alguno no le diera tiempo a poner los preparativos en la mesa por volver del médico con el tiempo justo.

La tienda del pueblo estaba ayer concurrida cuando aparecieron los Feos y Guapos para embadurnar las caras y acompañar de algún golpe de castañuela. Precisamente uno de los debutantes más jóvenes era de la casa.

El calor estaba a buen recaudo en las sopas de ajo que se repartieron en la escuela a mitad de la mañana, acompañadas de chorizo cocido regados abundantemente. Aunque el día era propicio para quedarse en casa, La Filandorra ya se encargó de sacar a los jóvenes de la cocina.