Ch. S.

Las calefacciones caseras mediante la utilización fuego, ya sea directamente con la lumbre de toda la vida o con calderas de leña, han sido durante décadas la alternativa a los largos y fríos inviernos alistanos. Entre las ventajas está su menor coste ya que las familias pueden acarrear la leña de su propiedades mediante podas y cortas autorizadas por la Consejería de Medio Ambiente. Entre los contras que se origina una gran cantidad de ceniza a la que no es fácil encontrar acomodo. Su almacenamiento en corrales es peligroso y su vertido en contenedores, calles o plazas públicas está prohibido pues puede originar incendios o ser arrastradas por las lluvias hacia los cauces fluviales con daños para la fauna piscícola.

En una comarca con la mayoría de la población de la tercera edad, en muchas familias todos sus miembros superan los 70, 80 y hasta 90 años, se ha optado ultimamente por la compra de leña de encina que garantiza una mejor calefacción. Su aguante hace que al retirar la ceniza sea imposible que no conserve y lleve aún brasas ardiendo: lo cual es todo un peligro. Por ello se aconseja depositarla en bidones u otros recipientes metálicos, nunca en sacos de papel o hilo (pues ya se han originado varios fuegos así).

Un jubilado del municipio de San Vicente de la Cabeza reconoce que "La ceniza es un peligro, lo mejor es guardarla en un bidón de chapa hasta que este bien apagada. Además tiene una ventaja que luego puede utilizarse como abono para las cortinas. Antaño nos decían que era el guano de los pobres".

Los vecinos de pueblos de Tierras de Aliste deben pues buscar una alternativa para las cenizas sin originar daños mediante incendios y vertidos ilegales.