No es una anécdota, no; no es una confusión administrativa, ni un error del periódico. Es una cabronada, una injusticia que define la anarquía legislativa que impera en cuestiones medioambientales y que retrata a un sistema que no trata por igual a todos los administrados.

4.000 euros bien afilados le ha clavado en los riñones el Servicio de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León a un natural de Granja de Moreruela, que sobrevive con una prestación miserable del Estado, por pescar, ojo, con cola de cangrejo rojo. ¿Pero qué pescaba, angulas, que vendía a 200 euros? Que va hombre, intentaba engañar a cuatro barbos y carpas, lo hacía por pasar el rato, que las tardes de verano son muy largas y a veces se reviran y traen malos pensamientos: "Voy un rato a La Alameda, a ver si engancho algún barbo".

Y lo que enganchó fue una multa que da para pagar un día a cuatro trabajadores. Tiene cojones. Se le ocurrió probar con una cola de cangrejo y lo pillaron. Alguna vez pasa, que metes la mano en la caja, pagas en negro, cobras comisiones, llevas el dinero a paraísos fiscales por la puerta de atrás y oye, te pillan, pero bueno son cosas del oficio. Para eso están "mis" abogados, que se las saben todas. Y un tiempo procedimental que se estira como un chicle, envuelto en la maraña garantista que eterniza el tiempo de los que más tienen.

Aquí no. Llegaron los agentes de la Guardia Civil: "¿Qué tiene usted de cebo?". "No, nada... no sé, se me acaba de trizar el sedal... creo que está roto...?". "Mire, mire, todavía está en el agua, tire de él por favor". Y al final, allí estaba ensartada la cola de cangrejo. Se le cayeron los palos del sombrajo y si hubiera tenido una bigornia a mano habría metido la cabeza debajo. "Ya sabe, tenemos que denunciarlo, no se puede pescar con cebo vivo, así es la ley...". Y lo denunciaron en verano, una tarde dormilona de brevas y tomillo. La multa le vino hace unas semanas: 4.000 euros del ala. "¿Pero que has hecho hijo, a quien has matado?, le dijo su padre", casi llorando. "Yo, nada, padre, pescaba por matar el rato, se habrán equivocado...". No, no se han equivocado. Por pronto pago, que abonó el padre, muy mayor, mordiendo a degüello los exangües ahorros que increíblemente deja una pensión miserable, la multa quedó en 2.400 euros. Por pescar, por matar el rato, al pescador pescado le ha caído lo que cobra en cinco meses.

Pero lo más gordo no es la sanción. Es que el cangrejo rojo que utilizó de cebo el pescador aficionado de Granja de Moreruela es una especie alóctona (foránea), lo mismo que la carpa que vivaquea en el Esla desde hace 2.000 años. Estas dos especies y otro puñado de ellas han sido condenadas a muerte por la Administración, que quiere recuperar, ahora, las autóctonas. O sea que el Gobierno de turno debería darle un premio al granjeño por aplicarse a la tarea. Pues no. Leña que te crió.

Y es que hay leyes que no hay quien las entienda y son imposibles de cumplir. Díganme si no. Exigen desde el parlamento nacional acabar con determinadas especies. Vas a pescar, enganchas, por ejemplo, un lucio, te piden que lo mates nada más que sale del agua, pero a la vez no puedes dejar el cadáver por ahí, está prohibido. Lo quieres traer a casa para hacerlo en salsa verde, pero no, está prohibido también transportar animales muertos. ¿Qué haces? Insultar a los políticos (sobre todo a los parlamentarios). Son, por lo menos, 4.000 euros por injurias. Manda cojones.