"En los años 80 y 90 vivíamos en la calle del Pianista Berdion, en plena plaza de San Esteban, del barrio de la Lana. En los largos días de frío nos acercábamos al puesto que tenía la popular Transi la Castañera en la calle del Palomar, esquina con San Torcuato, y siempre hacíamos acopio del suculento manjar de castañas. Por un módico precio de cien pesetas nos llenaba un cucurucho y así y con otras chucherías para los niños pasábamos unas tardes estupendas los fines de semana jugando a las cartas o viendo alguna película. Estas son las experiencias que hacen hogar y unen familias, que no cambio por nada". David Vega enlazó los recuerdos entrañables de los fríos inviernos en familia con apuntes históricos en el pregón del magosto que ayer se encargó de pronunciar en El Piñero, durante la fiesta promovida por el Centro de Iniciativas Turísticas, que preside Clarisa Rodríguez Zúñiga.

Vega, natural de Sanzoles, apuntó a la sequía como responsable de la mala cosecha de castañas de este año, lo que no debe impedir "pasar un buen rato" en una fiesta, el magosto, que era tradicional en las zonas productoras de castañas, pero que ahora "se ha vuelto itinerante" y se celebra en muchos otros pueblos. El pregonero recordó el papel de alimento que desde el paleolítico tuvieron las castañas para los hombres, junto a las bellotas. "Y con la expansión del cultivo de castaños por los romanos, se convirtió en base de la alimentación de la época, como fruto fresco, seco o molido hecho harina". La llegada del maíz y de la patata de América hizo que las castañas perdieran su importancia y protagonismo en la dieta de alimentación campesina.Tradicionalmente, la fiesta del Magosto se realizaba con la recogida de la castaña y servía también como agradecimiento por la cosecha recibida y era costumbre encender una hoguera donde se asaba también carne de cerdo, además de probar el nuevo vino del año. Los bailes de las jotas, corridos o agarrados, al son de tamboriles, dulzainas, gaitas, castañuelas, panderos eran también típicos.

Y ante la escasez de castañas lo que no faltó ayer en El Piñero fueron el frío y la música tradicional. Se hizo un asado simbólico de 20 kilos de castañas, y una parrillada en la que no faltó la carne.