Ch. S.

-¿Daba el oficio de sastre antaño para vivir en pueblos de Aliste, Tábara y Alba?

-No. Ni muchos menos. La mayoría de los encargos me llegaban de mis vecinos de Abejera y pueblos cercanos. El sastre tenía que alternar su oficio como el resto de familias con la agricultura y la ganadería y así, poco de un lado y poco de otro íbamos saliendo adelante con dignidad.

-¿Cuánto solía costar una capa parda de honras y respeto y cuánto ganaba con ella?

-Tras la guerra civil nos toco vivir tiempos muy difíciles, en los pueblos éramos muchos y había poco y el que te hacía un encargo trataba de ahorrar lo que podía. Unos te traían el paño y la tela y otros incluso los botones. Hice capas por 100 pesetas y hoy valen hasta 800 euros. Por un pantalón de pana cobraba de 9 a 15 pesetas, de los de trabajo diario y hebillas. Me llevaba hacerlo un día. Recuerdo casos de pastores que incluso traían varios manteos viejos para hacer una capa y no pagar el material.

-¿Cuéntenos alguna anécdota que le sucedió en su época de sastre en Abejera?

-Una vez vino un hombre de un pueblo a hacer un pantalón y me dio la medida que él mismo se tomó en una pierna. Se lo hice y se lo llevó. Al poco tiempo volvió enfadado reclamándome, por que se lo había hecho mal, una pierna le quedaba bien y la otra mal. Le medí las dos piernas y así fue como descubrió que tenía una pierna mas larga que la otra. Se lo hice a medida.

-¿La materia prima alistana era mejor ?

-Nuestros paños pardos de lana de oveja Castellana negra eran oro puro, lo mejor, como las gentes de nuestra tierra. Luego los traíamos de Béjar, pero ni comparación. La oveja alistana negra y los batanes alistanos daban un paño que era una auténtica joya.