Aunque está dando sus primeros pasos, la iniciativa de poner un autobús a disposición de los vecinos para asistir a las misas dominicales en los pueblos más grandes de Sayago se está encontrando con reticencias y escasa acogida. Quienes tienen coche prefieren utilizar sus propios vehículos e ir directamente a Muga, Fariza o Bermillo, evitando el tedioso recorrido por los pequeños pueblos que salpican la geografía sayaguesa.

Pero son muchas las personas mayores que ni disponen de medio de transporte propio ni tampoco de ganas o habilidad para subirse al autobús. "Prefiero ir a misa cada quince días en el pueblo y ya está" expresaba una vecina de Luelmo tras su primera experiencia. Una iniciativa que se enmarca dentro de un proyecto pastoral que establece cuatro centros eucarísticos en Villar del Buey, Muga, Bermillo y Fariza donde se celebrarán las misas los fines de semana agrupando a las pequeñas parroquias de su entorno.

"Hay que darle tiempo, estamos probando y si vemos que esto no funciona pensaremos; esto es algo vivo que irá evolucionando" concede Florentino Pérez, el joven sacerdote recién aterrizado en la comarca de Sayago, con 18 parroquias a su cargo.

La experiencia de ayer habla por sí sola. En las tres rutas que recorrió Antonio, conductor de la empresa Viñuela, en total transportó a 17 personas. La más "fructífera" fue la de Muga de Sayago, con 9 feligreses -6 de Tudera y 3 de Zafara- que usaron el servicio para ir a misa. Menos éxito tuvo la de Fariza, con solamente tres personas -2 de Badilla y una de Palazuelo- que después volvieron por sus propios medios. Cuando el conductor fue a recogerlos a Fariza se encontró con que no había nadie. Y para el centro eucarístico de Bermillo, solo montaron cinco vecinos de Luelmo. En Villamor de la Ladre, Monumenta, Gáname o Fadón el autobús se fue de vacío.

Elvira Fuentes y su marido esperaron en vano la llegada del autobús en Gáname para ayudar a las personas a subir al vehículo o lo que necesitasen. Ellos, como otros vecinos más jóvenes de los pueblos, se han ofrecido voluntarios en esta tarea y en un proyecto que en lo tocante al autobús no parece tener éxito en Sayago.

"Pusimos los autobuses porque no podíamos pedir a la gente que se desplace a otros pueblos a la misa y encima que pusiera sus coches, pero si quieren hacerlo así, bendito sea Dios" asegura el párroco. Porque lo que no va a cambiar es la organización con los cuatro centros eucarísticos y las misas en cada parroquia más pequeña cada quince días, de lunes a viernes.

"Menos mal que hemos venido nosotros sino vaya fracaso" comentaba una señora de Luelmo después del largo recorrido hasta Bermillo. El rodeo es un inconveniente. En el caso de los feligreses de Luelmo, cuatro mujeres y un hombre, salieron del pueblo a las 11.50 horas para llegar a la misa de una y volvieron a casa pasadas las dos de la tarde.

"Haciendo bueno se puede venir, pero cuando entre el frío a ver quién se pone a esperar en la calle y tanto tiempo fuera de casa" expresaba otra feligresa. "No merece la pena este gasto de autobús para cinco personas -intercedía otra vecina-, así que abrimos la iglesia del pueblo cada quince días, vamos a nuestra misa y nos quedamos como estábamos".

"Buenas intenciones"

En general se entienden las "buenas intenciones" del párroco por hacer misas participativas, más numerosas, y querer crear comunidad entre los parroquianos. Pero a la hora de la verdad se impone la reticencia, la comodidad y las limitaciones físicas de las personas mayores, el grueso de los habitantes de los pueblos más pequeñitos.

En la misa de ayer en Bermillo se podía ver una muestra de esa amalgama de feligreses llegados de Fadón -"hemos venido ocho" recalcaba con entusiasmo una vecina, "muy bien Angelines", agradecía el cura-, Gáname o Villamor de la Ladre, todos ellos en sus propios vehículos. "Está claro que la gente lo prefiere así" admitía el párroco al término de una misa en la que dio la bienvenida a cada pueblo, en un intento de no dejar marginado a nadie e ir mentalizando a los feligreses de los pueblos más pequeños de que el futuro pasa por ahí. Por misas más concurridas en centros eucarísticos, evitando el desolador escenario de una celebración dominical con cuatro, cinco o seis personas. Y facilitando la labor pastoral de unos sacerdotes literalmente desbordados por el volumen de parroquias que les toca asumir y que todo apunta a que irán en aumento, dado el desierto vocacional en el seno de la iglesia católica.

La despoblación del medio rural, especialmente grave en los meses de invierno, complica la atención a unos vecinos que reivindican servicios como los demás "porque pagamos nuestros impuestos religiosamente" recalca un sayagués.

El periplo dominical llega a su fin. "Si ves a más gente parece que te animas, pero para estar nosotras solas no se si merece la pena". El autobús está llegando a Luelmo, pasan las dos de la tarde. Visto lo visto lo que pueda pasar a otro domingo es una incógnita.