Ciudades de toda España "visten" sus avenidas con árboles zamoranos. Olmos, ciruelos, coníferas y muchos otras plantas arbóreas ornamentales crecen en Madridanos durante cinco, siete o más años hasta que están listas para decorar parques, jardines y calles. Cándido Crespo y Javier Martínez se encargan de plantar los árboles, regarlos periódicamente por goteo, podar sus ramas cuando es necesario y proporcionar todos los cuidados pertinentes, con mucho mimo, para que adopten el mejor aspecto antes de llegar a las ciudades. El "toque final" lo reciben en las instalaciones de esta empresa en Madrid para su venta y distribución.

Los madrileños Cándido y Javier, propietarios de Jardines Direct, trasladaron hace una década el corazón de su compañía a Zamora "por arraigo familiar, porque prefería invertir en esta provincia donde viven muchos de mis seres queridos", relata Cándido, que pasó su infancia y adolescencia en la ciudad de Doña Urraca. Ahora compatibilizan el trabajo en su vivero de Madrid con el cuidado de los árboles más jóvenes en su finca de Madridanos, que es "nuestra oficina preferida, al aire libre", y ni siquiera las densas nieblas de los meses de invierno, cuando se dedican a plantar nuevos árboles, empañan el amor que sienten por la Tierra del Vino y por Zamora. Con el tiempo han encontrado otras ventajas a esa decisión que tomaron hace ya una década: las raíces zamoranas de sus árboles ornamentales los hacen más resistentes a las temperaturas extremas que los de la competencia, ventajas de haberse criado a la vera del Duero entre las heladas de enero y la canícula de julio.

Y así sacan adelante sus plantas, más de 4.000 en esta finca, llevando a cabo una tarea prácticamente artesanal y completamente ecológica -no utilizan ningún tipo de químico- que solo da frutos a largo plazo, como mínimo un lustro hasta que los árboles pueden ser trasplantados, la mayoría de las especies necesitan bastante más tiempo. Al final del proceso, el producto "Made in Madridanos" se exporta a todos los rincones de España compitiendo con otros cultivados en Cataluña y en el norte de Europa.

Pero estos árboles embajadores de Zamora están hoy en serio peligro. La pertinaz sequía no perdona a nadie, y después de casi tres semanas sin recibir agua muchos árboles han muerto abrasados por el sol, otros conservan las hojas pero ya están muertos, y algunos que parecen sanos están a punto de perecer. Sus dueños saben interpretar los síntomas que indican que estos seres están pasando verdadera sed, o si ya no se les puede reanimar; las coníferas, por ejemplo, no pierden la hoja hasta varios meses después de haber quedado tocadas por la sequía, pero desde mucho antes no hay nada que hacer por ellas.

Para cualquier agricultor la sequía puede ser sinónimo de perder toda una campaña, un año sin ingresos. Para Cándido y Javier la falta de agua significa perder diez campañas, ver morir árboles que plantaron en 2010, o que queden tan dañados que pierdan sus características ornamentales. En definitiva, el fin de su explotación en Madridanos, echar por el desagüe diez años de trabajo y una inversión de unos 100.000 euros.

La finca de Jardines Direct está conectada al canal de riego Virgen del Aviso, pero este año la comunidad agotó a finales de agosto el cupo de agua permitido desde la Confederación Hidrográfica del Duero, desde entonces no ha llovido ni una gota y las temperaturas máximas apenas han descendido, "la evaporación en las horas de calor es lo que más perjudica al árbol" explica Cándido, ingeniero agrícola. Para salvar los árboles que han desarrollado mejores raíces bastaría con un solo riego por goteo antes de que acabe el verano, "quizás dos", en lo que gastarían unos 30 metros cúbicos de agua para sus cinco hectáreas, cantidad que supone menos de una décima parte de lo que exigen algunos cultivos tradicionales de los que abundan en la zona. En el mes de junio la asamblea decidió racionar el riego dadas las restricciones que imponía la Confederación, y desde entonces hasta el cierre del canal Jardines Direct solo gastó un 17% de los 12.000 metros cúbicos a los que tenía derecho por sus cuatro hectáreas.

Con el tiempo, Cándido y Javier han descubierto que este no es un terreno fácil para cultivos leñosos como el suyo, y no por falta de nutrientes en el suelo, que abundan. Por ejemplo, la Confederación impone unos periodos de riego basados en los ciclos de los cultivos tradicionales, y no hace excepciones para otros tipos a pesar de que sean más eficientes en el consumo de agua, según explicaba ayer el presidente de la Junta de Gobierno de la comunidad de regantes.

Con la mirada puesta en el cielo, los dos madrileños de corazón zamorano esperan poder salvar diez años de trabajo duro, ilusión y dinero invertidos en Madridanos.