Pascuala Bermúdez Ratón es una alistana de pura cepa, sencilla y amable, trabajadora y de corazón abierto. Muy buena gente.

-¿Cuál fue el mejor recuerdo de su infancia alistana?

-Conocer a mi padre, Miguel Bermúdez. Sin lugar a dudas. Quizás lo mejor de mi vida. Cuando yo nací mi padre estaba en Cuba y hubieron de pasar siete años hasta que en 1918 pude verle y conocerle. El encuentro fue inolvidable: quedó grabado a fuego en mi corazón y en mi memoria de niña.

-¿Cuál fue el primer regalo de su padre tras regresar de Cuba y llegar a España?

-Había trabajado mucho y ahorrado algo, traía dinero, ese que en Aliste escaseaba. Aquí había mucha necesidad, las niñas vestíamos cholas y sayas, no había para otra cosa. En cuanto tuvo un rato cogió la burra y se fue a la villa de Alcañices y allí me compró un manteo verde muy bonito, una preciosidad, unas medias grises y unos zapatos de charol. Con solo siete años me sentí como una princesa, la niña más feliz de España y de Portugal.

- ¿Cómo recuerda sus años de infancia aquí en Trabazos?

-En Aliste casi todos, por no decir todos, vivíamos de la agricultura y la ganadería, unas tareas que iban de sol a sol, de la anochecida al amanecer, mucho trabajo y pocos frutos. Mi abuelo era Juan "el herrero", él se quedada en el pueblo aguzando rejas y herrando caballerías y con él me quedaba mientras mi madre y mi abuela se encargaban de las duras tareas del campo como arar, segar o trillar.

- ¿Tuvo tiempo de ir a la escuela a estudiar o no?

-Apenas sí pude ir tres años a la escuela, había que ayudar en casa en lo se podía, que siempre había algo que hacer. Mi primer maestro fue don Pepe al que llamábamos "El Maestrón" y "Ti Cañamón". Nos enseñaba poco, casi nada, si acaso el silabario y el catón, lo justo para defendernos. Mi verdadera escuela, mi universidad fue la vida. Gracia a Dios los tiempos cambiaron y me siento orgullosa de que mis descendientes, hijos y nietos, hayan podido ir a la universidad y estudiar unas carreras.

- ¿Cuando y como llegaba el amor a su vida?

-Tras la Guerra Civil, en 1940. Me enamoré de Pedro Bermúdez Morán y nos casamos en la iglesia de San Pelayo Mártir el día 7 de agosto de 1944. Fue un día alegre y triste, hubo mucha fiesta y bastante comida, bailes con gaitas, dulzainas y tamboriles, por desgracia la posguerra era un infierno, había poco y éramos muchos. Fue uno de los días más felices de mi vida.

- Su vida de 106 años obliga a mirar hacia atrás.

-Soy alistana y orgullosa me siento de ello. He tenido que trabajar mucho y duro, como todas las gentes de estas tierras alistanas de mi época. He procurado hacer el bien: nunca le hecho mal a nadie.