No pasará a la historia de la tauromaquia local, donde se guardan entre papel rojo las escenas de sangre bajo la misma filosofía que se le atribuye -seguramente sin ninguna veracidad- a esa mujer de Fuentesaúco que dicen que dijo: "Toros buenos los que mataron a mi marido"; fue un encierro más de los que llenan un día los comentarios de sobremesa de comida y cena. Poco más.

El encierro de campo de ayer de Sanzoles cumplió con lo que se le supone: concitar la atención de miles de personas, reunir a más de 200 vehículos, hacer "madrugar" a los vecinos (algunos se presentaron de "empalmada" en el lugar de autos), engrandecer un escenario: Valdesuero, que por unos días se ha colado hasta la saciedad en las conversaciones locales, y poner por un día el pueblo de Tierra del Vino en el mapa de la tauromaquia provincial.

Hubo más, pero también dentro de lo que se supone: algunos revolcones, golpes contra los coches, agotamiento de las reses y diversión de los que disfrutan moviéndose de un sitio a otro gracias a un mejunje de miedo y ego. Siempre ha sido así: el toro está ahí para demostrar que hay alguien que no le tiene (aparente) miedo. O mejor, que sabe disimularlo, que es lo que dicen los toreros. La torería es el arte de disimular el miedo, podíamos decir.

Se soltaron pasadas las diez de la mañana tres reses: dos novillos y una vaca de la ganadería de Agustín Gallego en el pago de Valdesuero -al oeste del término municipal cerca de los terrenos de la dehesa de Valdemimbre-. Dieron relativo juego (en eso nunca hay unanimidad). Bueno para los espectadores porque no se alejaron mucho del escenario primero: de Valdesuero a Las Llaves y poco más. Peor para los de los vehículos, que esos necesitan movimiento y que las reses se desplacen si es posible a grandes distancia. Ayer no ocurrió así.

Al final, hubo diversión, porque quien asiste a un encierro ya va predispuesto a ello y calor septembrino, el del membrillo y las uvas, que empiezan a asomar el grado por el hollejo. No tienen los encierros mucha más pretensión que entretener y la cumplen (no piensan igual los animalistas, claro).

Lo que sí volvió a demostrar el encierro de ayer de Sanzoles es que este tipo de ¿espectáculos? va a más y que cuenta con seguidores que desde junio a octubre asisten a todos los que se celebran en la provincia (y en otras). Son los "followers" (¿que será eso, por cierto?) taurinos.