Las llamas se cebaron durante la jornada de ayer con cientos de hectáreas de la Reserva de la Biosfera de Zamora, tocante a los Parques Naturales del Lago de Sanabria y Arribes del Duero, con especial virulencia en escenarios de gran valor natural y avifaunístico como son los cañones del Tera y del Tormes.

En Arribes, el fuego llegó a poner en serio peligro a la zona alta de la villa de Fermoselle, y en Sanabria parajes como un bosque de tejos centenarios. Tanto en Sanabria como en Arribes los incendios comenzaron en la noche del viernes, con diversos focos, lo que hace suponer una posible intencionalidad. En ambos casos, las labores de control resultaban harto difíciles para los medios mecánicos y humanos por su escarpada y difícil orografía. La Guardia Civil andaba ayer "volcada" en encontrar a los pirómanos, calificados de "descerebrados" por el personal.

En total, una decena de incendios diseminados por la provincia de Zamora ocupaban ayer tarde a efectivos contraincendios, tres "como activos".

El más comprometido de todos para las personas fue el que afectó a Fermoselle. El delegado territorial de la Junta en Zamora, Alberto Castro, declaró el nivel 2 de peligrosidad a las 16.28 horas por la posible afección a la localidad de Fermoselle, según establece el Plan de Incendios de Castilla y León, y se ha constituido el CECOPI (Centro de Coordinación Operativo Integrado) en la Delegación Territorial de la Junta, con la colaboración de la Subdelegación del Gobierno, la Guardia Civil y Protección Civil, tanto de España como del Gobierno autonómico.

Un riesgo evidente por cuanto que los residentes en el centro de la tercera edad "Conchita Regojo" de la villa fueron desalojados y trasladados al pabellón deportivo ante el peligro de que las llamas se apoderaran del edificio. Fue una operación llevado a cabo por Cruz Roja que contó con el apoyo de decenas de personas y hasta el personal y vehículos de las ambulancias dispuestas para atender el gran festival taurino de la tarde tomó parte activa en el desplazamiento de los residentes. Al cierre de esta edición se estudiaba su retorno a la residencia o su traslado al Parador y a la residencia de estudiantes de Muga.

El fuego, iniciado hacia las tres de la madrugada en cinco puntos diferentes del término, logró expandirse a lo largo de las horas por el cañón del Tormes y alcanzar doce horas después con una fuerza asombrosa el casco urbano de la villa, sembrando el pánico entre la población, que veía impotente cómo el fuego se apoderaba de la zona alta y ponía al filo de las llamas la panadería y algunas naves, además de poner en peligro la gasolinera al conseguir cruzar la carretera CL-527 que enlaza Zamora con Portugal por el paso de Bemposta. Fue una lucha denodada por parte de vecinos y medios.

El operativo contraincendios de la tarde estuvo formado, según la Junta, por 1 técnico, 6 agentes medioambientales, 3 helicópteros, 2 aviones de carga en tierra, 2 aviones anfibios, 1 avión de coordinación, 2 cuadrillas helitransportadas, 5 cuadrillas terrestres, 4 autobombas, 1 máquina bulldozer y bomberos de la Diputación de Zamora, que dedicaban todo su esfuerzo en impedir que las llamas se adentraron en la zona alta del casco histórico de Fermoselle.

La población de Fermoselle, sumida en uno de los días grandes de los festejos de San Agustín, con el tradicional encierro a las 11.00 horas, siguió con enorme preocupación el calado que tomaba el incendio, especialmente al tomar los pagos de la residencia y de la zona residencial alta. Gran número de vecinos, residentes y llegados a la capital de Arribes para disfrutar de familia, amigos y fiestas se desplazaron al lugar para seguir la evolución y colaborar en lo posible en las tareas de evacuación o freno del incendio echando mano de mangueras y demás recursos.

El alcalde accidental de Fermoselle, Manuel Moya, que alabó el comportamiento de la población, pidió al vecindario, a través de un bando, un uso racional del agua por si era necesario su empleo por parte de los medios que luchaban contra el incendio. Reconocía "la impotencia" que se siente ante un incendio de estas característica.

El fuego fue ganando terreno desde sus orígenes, empujado por la brisa de viento, que sopló durante todo el día. Lo hizo superando la intervención de diversos medios humanos y mecánicos, con dificultades de operar en semejante escenario, pero que actuaban con escaso acompañamiento de medios aéreos durante toda la mañana, pues únicamente volaban sobre la zona dos helicópteros, dándose por ello una sosegada cadencia en las descargas, lo que permitía el rebrote y el impulso de los focos.

Quienes seguían la evolución, como José Antonio de la Torre, contemplaban cómo, poco a poco, iban cayendo encinas, quejigos, olivos, frutales y bancales con sus correspondientes casetos.

Durante toda la mañana fueron muchos los fermosellanos que se acercaron a uno y otro pago para comprobar los efectos del incendio en sus fincas, recorriendo tanto la carretera que enlaza con Portugal como la vía que comunica con Trabanca por el puente de San Lorenzo o los caminos de El Campo. Gran parte de la vertiente zamorana del Tormes ha sido pasto de la llamas. Fue a partir de la primera hora de la tarde cuando el incendio causó verdadero pavor por su proximidad al casco urbano y cuando todos los medios y esfuerzos se dedican a impedir que el fuego se adentra en el casco urbano de Fermoselle.

El gestor de las casas del Parque de Arribes y Sanabria, Víctor Casas, reprochaba el comportamiento de quienes prenden fuego en espacios donde, además, se hace una labor de concienciación social en pro de la conservación de la naturaleza. Subrayó la importancia del cañón del Tormes en cuanto a las especies que alberga.

"Los ganaderos somos los principales perjudicados porque se nos echa la culpa de los incendios a nosotros". Se lamentaba ayer una ganadera de San Martín de Castañeda mientras contemplaba, desde el aparcamiento de la playa Custa Llago, las columnas de humo por el cañón del Tera arriba, sobre el pueblo de Ribadelago Viejo, en pleno parque Natural del Lago de Sanabria. La preocupación de esta ganadera era "que los pastos del Cabezo de San Martín están declarados en la PAC" y si se quema esta zona "¿a ver dónde voy a poner pastos que no hay monte". Más de medio millar de cabezas de vacuno y caballar se encuentra en los pastos de verano en esta zona de la Sierra Segundera, y otro tanto en el valle de Peña Trevinca. Las ganaderías dependen en estos momentos de la poca comida que hay en las sierras. Desde ayer el pasto se ha chamuscado sin remedio y la inminente prohibición de entrar a pastorear ya pone en jaque a los habitantes del territorio. Durante cinco años tampoco habrá caza en la zona del incendio, doble castigo para los residentes.

Los turistas que comenzaban a llegar sobre las 10 de la mañana a la playa se quedaban mirando expectantes las operaciones de carga de dos hidroaviones en el Lago de Sanabria, con entrada desde la vertiente del Cañón del Tera, para barrer la superficie de Lago a la altura de la isla de las Moras, y enfilar el ascenso por el este atacando las llamas dirección oeste-este. Las cuatro gotas contadas de lluvia no ayudaron a la faena y mantuvo en jaque a los efectivos de extinción durante toda la mañana. Participaban en las labres de extinción 2 técnicos, 2 agentes medioambientales, la cuadrilla helitransportada de Villardeciervos, 2 HT de Laza, 2 ACT de la base de Rosinos, HK-Caravaca, 1 ELIF, 1 BRIF, 2 bulldozer y 2 cuadrillas de tierra.

El incendio se detectaba pasadas las nueve de la noche del viernes en un paraje situado entre el Cabezo de San Martín y Tejos, la fuente de Pixunta, y quemar los terrenos de Pixunta, la laguna del Cuerno, el Cañeirón de la Fervienza, Rilleiros, y con la suerte de que el incendio sorteó el pequeño bosque de tejos de la zona lindante entre San Martín y Ribadelago. A primera vista parecía que el fuego corrió a la vertiente de Ribadelago en las primeras horas de la noche, y salvó la vertiente de San Martín.

El incendio es posiblemente intencionado, ya que algunos vecinos señalaron hasta cuatro puntos de fuego simultáneos y distantes, en una zona que ya ardió en 2012. El fuego se propagó rápidamente por una sierra reseca y desesperada por la falta de agua. Más de uno miró ayer al cielo esperando agua, pero cayó poca o ninguna. Las nubes que salieron de paso de la Sierra favorecieron que aumentara el grado de humedad y que ralentizara su avance, después de un recorrido rápido en las horas de madrugada entre las nueve y media de la noche del viernes y la una de la madrugada del sábado.

La tarde trajo el agua que todos ansiaban y la confianza era que sirviera como otro elemento contraincendios.