"Ermita sin novedad, hasta luego". El mensaje de Marta Fernández desde la torre de vigilancia de incendios de la comarca de Sayago, confirma que todo está tranquilo. Como ella, 40 personas en la provincia se encargan de detectar, en el plazo más breve posible, cualquier emergencia por incendio y transmitir la localización precisa para que los medios actúen con eficacia y rapidez.

Son los "escucha" de incendios, vigías de un territorio forestal sumamente vulnerable, en la gran mayoría de los casos por la mano del hombre. Además de emitir la alerta por incendio, desde un punto estratégico, en este caso Ermita de Gracia a 22 metros de altura, estos profesionales transmiten información complementaria y muy valiosa al centro provincial de Zamora. Puede ser sobre las características del humo, el tipo de superficie que se está quemando o los riesgos posibles en el caso de que esté cercano a una población, carretera o una repoblación de pinos; "vital" para los medios que actúan sobre el terreno. "Es básico que cuanto antes se informe, en un fuego unos minutos pueden ser determinantes. Si hemos conseguido que el 70% de los incendios se queden en menos de una hectárea y el 90% en menos de 5 es en gran medida por la rapidez con la que se actúa" precisa Manuel Moreno, jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente.

Permanente contacto

Si no hay novedad, cada hora el centro operativo de Zamora hace un barrido por las 17 torres de la provincia para comprobar que todo está en orden. Desde la espectacular atalaya de la Ermita de Gracia el horizonte es inmenso; Una vista panorámica que en un día claro permite divisarse hasta el perfil del Vizcodillo o Peña Negra, en Sanabria. No para determinar el inicio de un incendio lógicamente, pero sí da una idea del territorio que dominan los vigilantes desde lo alto de estas estructuras metálicas, con los prismáticos siempre colgados al cuello.

Es el ojo que todo lo ve, mucho más rápido y preciso que una cámara de vigilancia que, "a día de hoy, es complementaria al trabajo de las personas, pero no tan eficaz" precisa Manuel Moreno.

"Las cámaras tienen un mecanismo, y para la detección del foco tardan un tiempo hasta que se hace esa ronda, mientras que desde las torres, la prospección del territorio de los 360 grados es casi constante, en cada momento". Además los "escucha" transmiten una información ya depurada. "Un puesto de vigilancia no es comparable a la alarma que te puede mandar una cámara porque envía de todo, no tiene por qué ser un incendio".

Ubicación precisa

No todas las alertas son humo. Puede ser una nube de polvo que levanta un tractor o una barbacoa dentro de un casco urbano o la actividad de una cantera. Estos profesionales distinguen esas falsas alarmas de lo que sí son realmente incendios. El campo de visión depende de la orografía del terreno, pero desde el puesto de Ermita de Gracia "podemos ver tranquilamente 20-25 kilómetros a la redonda con una precisión aceptable" indica el jefe de Medio Ambiente.

El fuego se localiza en gran medida gracias al conocimiento del territorio que tienen los "escucha" y para establecer el punto exacto utilizan la alidada de pínulas, un dispositivo de puntería que permite realizar una alineación mucho más precisa del inicio del fuego. "A través de esos dos rumbos tenemos la ubicación del incendio con un alto grado de precisión" explica Manuel Moreno. Y eso al final es tiempo que se gana cuando se trata de llegar a un incendio.