Tal vez fuera la magia de los venerables muros mudéjares, testigos mudos de tanto y tanto canto gregoriano, los que inyectaron en nuestros artistas el hechizo del duende. Hubo pellizcos, y muchos, en perfecta comunión con un público que abarrotaba completamente el recinto, entregándose plenamente durante las tres largas horas de concierto. Y todo esto con magistrales artistas de nuestra tierra. Una pena que no se repitiera la experiencia en el futuro. Indudablemente ha sido una de las mejores veladas que recuerdo en la provincia.

Como ya dije el sábado, el acto estaba organizado por La Asociación Río Sequillo, encabezada por los eficientes y voluntariosos Álvaro, Luisa, Isabel y Lorenzo, colaborando el Ayuntamiento y la dirección artística de La Peña Flamenca de Zamora, con presencia de varios directivos incluyendo al presidente Santiago García.

Rompe la noche Carrasco de Venialbo con la competente sonanta del toresano Miguel El Churre, haciéndolo por tientos y tangos, acordándose en estos de Manolo Vargas y Pastora Pavón. Continúan por soleares, todas de Triana, las grabadas por el maestro Antonio Mairena en su disco póstumo con el título de Al calor de mis recuerdos, la primera la soleá apolá de Silverio y las restantes, según los Soler, del gaditano Paquirri El Guanté, llevadas a Jerez por Curro Fijones, aprendidas por Juanichi El Manijero y reproducidas para el de los Alcores por Charamusco. Siguen por fandangos, cinco, los tres últimos al aire y muy aplaudidos por la concurrencia. Alegrías comenzando por cantiña. Finaliza el de Venialbo con cuplé por bulerías en las que recuerda fielmente y con mucho arte a El Cabrero. Apoteósico aplauso de despedida para el venialbino y para el toresano.

Llega el momento del cante y toque gitano a cargo de Enrique de La Juana y Adolfo Jiménez. Abren por tangos preñados de compás para abrir boca. Continúan por soleares, anárquicas como todo su arte, las dos primeras de Joaquín El de La Paula, de Alcalá, soleá por bulería de Antonio La Peña, la siguiente de Triana y el cierre de Juanillero de Marchena. Tona, dos grandes y dos chicas. Monumental riestra de bulerías incluyendo un guiño a Luis de La Pica. Fandangos, el primero, según explicó "se lo canté a mi madre Juana en Viriato", "En Zamora yo nací, iglesia de Santa María", "Soy de Zamora señores" algunos ejecutados en compás por bulerías para cerrar su flamenca actuación por nueva entrega de fandangos de Huelva. Como era de esperar, aplausos a raudales.

La monumental Soledad Luna acompañada por la mejor guitarra zamorana, Miguel Uña, hacen su aparición en escena. Ella de Cabañales pero afincada en Santa Clara de Avedillo y él de Tapioles, con ramificaciones en Revellinos de Campos, son recibidos con prolongado aplauso por parte del auditorio. Abren por caracoles, recordando al maestro de maestros Don Antonio Chacón. Continúan por granaina. La nana "Un cuento para mí niño" de los sevillanos Lole y Manuel. Zambra de Manolo Caracol, "al que yo oía de niña. Además, este tipo de actuaciones me estimulan para adentrarme en el flamenco" (Como todo el mundo sabe, Soledad Luna es una de las principales intérpretes de copla en España y tiene ocho discos grabados) Pero aquí, por petición expresa de La Peña en boca de su secretario Eduardo Abril, se quería que su actuación fuera esencialmente flamenca, y así fue. Siguen por fandangos de perfecta ejecución. Continúan con una recreación de "Rincones de Sevilla" en compás de tientos de Isabel Pantoja y Paco Cepero, para despedirse por bulerías y canción por bulerías recordando nuevamente a Lole y Manuel. Aplaudidos con público en pié y ganas de seguir disfrutando después de tres horas de flamenco en estado puro. Así es que, Soledad mandó a Miguel que tocara por bulerías, invitó al resto de los artistas para que subieran al escenario e improvisar un fin de fiesta acorde con el alto nivel de toda la velada.

Lo dicho, noches como las de Belver se necesita repetirlas todos los años.