El encierro por la pradera reunió ayer en Venialbo a cientos de aficionados y decenas de caballistas para participar en un festejo que se vio deslucido por la escapada de un novillo. Cuando había transcurrido una hora aproximadamente, el animal encontró hueco entre el cercado, hacia la zona del molino, aunque en ningún momento hubo peligro para la población ya que fue a dar a una pradera que a su vez estaba cercada.

La escapada duró poco, pues los caballistas acudieron raudos en busca del novillo que finalmente fue dormido para evitar males mayores. El incidente, ocurrido al fondo de la pradera del "Arradal", privó al público de emocionantes galopadas de los caballos conduciendo a los toros por el campo, ya que los jinetes se dirigieron a controlar al escapado y el resto de los cinco novillos apenas si se acercaron a la zona de las talanqueras donde se concentraban los asistentes.

Las talanqueras y vallas estaban a rebosar de público ansioso de ver a los astados lo más cerca posible y disfrutar con los arranques y arremetidas. Aunque se echaron de menos sí pudieron contemplarse algunos lances y cortes de jóvenes a los novillos entre los "olé" del respetable.

En definitiva, se esperó más del encierro y así lo admitía el propio alcalde de Venialbo, Jesús Vara. "No ha sidouno de los mejores años, pero esto es así; los animales no han dado demasiado juego y con la escapada de uno de ellos todo se ha deslucido más. No siempre sale lo que quiere uno".

Pero, metidos en la fiesta, llegó el momento de reponer fuerzas y las bodegas de Venialbo abrieron sus puertas a familiares y amigos para dar cuenta de las viandas. Es uno de los complementos de la fiesta que este pueblo ha potenciado con la adecuación de las zonas de las bodegas, ahora en auge.