Maleza, árboles y dos naves de la antigua industria de cerámica San Antonio de El Perdigón centraron ayer las labores de extinción por parte de los bomberos de Zamora que se desplazaban con premura hasta el lugar donde comenzaba el incendio en el atardecer del pasado viernes. Con origen intencionado, según la Junta, las llamas arrasaron con una nave central de 1.000 metros cuadrados y otra contigua de 2.000, además de los restos de cerámica que se encontraban almacenados en el interior, distintos arbustos que rodeaban el inmueble y abundante vegetación.

Hasta el camino que une las localidades de Morales y El Perdigón en el que se encuentra enclavada la tejera llegaban dos vehículos ligeros del parque de bomberos al que se unía posteriormente otro vehículo nodriza con más agua, dos tanquetas de la Junta de Castilla y León además de la patrulla de la Guardia Civil y agentes forestales. En total se vertieron en el fuego 55.000 litros de agua y el ingente trabajo de bomberos, forestales y guardias civiles además de los propios vecinos de El Perdigón que con los primeros conatos del incendio acudían a sofocarlo con ramas y palas.

Pasaban las cinco de la mañana cuando se daba por apagado el fuego después de ocho horas de trabajo atajando la propagación del fuego y reduciendo las inmensas llamas. Suerte que no hacía nada de viento y eso evitó que se desplazara el fuego a una de las casas cercanas o al apeadero de la estación de tren en El Perdigón. Ayer, hasta la prácticamente extinta Cerámica San Antonio, se acercaban curiosos de Morales del Vino y Perdigón para contemplar la devastadora imagen de cenizas y escombros que quedaban a la vista.

Dos de las chimeneas de la tejera se mantienen todavía en pie dando fe de una de las grandes industrias pujantes del siglo XX, la fabricación de ladrillos, que al igual que en este pueblo existían en otras localidades de la comarca del Vino es el caso de la que se encontraba por ejemplo en Arcenillas o la de los Hermanos Criado en Corrales del Vino.

Por parte de la propietaria Mari Ángeles Fernández Ferrero, los árboles que habían sido cortados por los operarios que están trabajando en el arreglo de la carretera y acumulados en la finca propiciaron que el incendio se propagara más rápidamente. "He llamado muchas veces a la Diputación solicitando que me quitaran eso de ahí porque no me importa que estuvieran cuando estaban trabajando pero al haber paralizado las obras, la finca permanecía abierta y aunque no está operativa, en ningún momento se puede hablar de abandono. Es un edificio de 150 años y el horno estaba intacto", remarca la dueña.