El escritor cervato, Faustino Gallego Rodríguez, ha presentado su último libro "Siete casas siete historias", la segunda parte de una trilogía dedicada a la vida y descendientes de la villa cervata. La obra versa sobre la vida del pueblo y la de algunas familias de las llamadas de "abolengo" que se desarrolla en un periodo de unos 100 años y que comprende a más del 90% de las familias que vivieron a comienzos del siglo XX.

El libro ve acompañado de un DVD con fotografías comparativas de las calles desde 1968 hasta la actualidad. Forman parte de esta trilogía, la primera parte "Un pueblo de buena piedra" y la tercera parte, pendiente de publicar, "Rafael Romero Rodríguez de la Devesa".

El libro, es "una autobiografía del pueblo" que evoca una realidad pasada, en la que estuvo inmerso este pueblo. Esas siete casas, siete historias, abarca todas las familias del pueblo que vivieron el siglo pasado. Esas familias están en "las raíces de tantos y tantos cervatos que en ocasiones con un gran riesgo personal, sentaron las bases para que las casas que aún tienen renombre entre nosotros, florecieran y brillaran en el complejo mundo de la política y del poder, donde está incluida, la economía cervata, la provincial e incluso nacional".

Gallego recalca que "este pueblo tiene una historia muy importante, y lo que más rabia me da es que no se investigue, que no se sepa, que nadie se haya dedicado a profundizar en la Historia". Gallego apunta hechos relevantes como "La Francesada" y la condecoración de Fernando VII por parar los ejércitos franceses. Faustino Gallego afirma que "vino Napoleón a ver porqué las tropas estaban retenidas en Villardeciervos".

De las familias afirma que "tenían dinero y eso les otorgaba poder en plaza y poder político y económico, no solo en Villardeciervos, sino también en Madrid". Habla del "clan de los cervatos" como estos grupos familiares que vivieron y sacaron sus ganancias del contrabando que "tenían la mejor red de distribución que haya existido en toda España, mejor que Seur, que no creo que tenga una red como esa aunque sea más rápido". Ese clan sacaba provecho "para ellos pero también para el pueblo. Se dedicaron a construir casas, que eran verdaderas fortalezas por fuera y por dentro". De entre todos los personajes cervatos, Faustino Gallego, destaca a Rafael Romero "un mecenas extraordinario". De su altruismo con el pueblo surgieron las escuelas con sus muebles y biblioteca, el salón de baile, la fuente de la Plaza, el altar de Santo Antonio, el reloj de la torre, además de dotar de alcantarillado al pueblo.