Cuatro años desde aquel San Pedro de 2013 le han servido para endurecerse. El Fandi y El Capea fueron sus compañeros de terna. Demostró que Zamora tiene torero, aunque desde entonces apenas ha podido lucir. En el coso capitalino dejó detalles de su esencia castellana, de ese matador de Las Ventas al que se le niegan las oportunidades, vaya usted a saber los motivos. La alternativa se supone que es el principio, él, Alberto Durán, el diestro de Villamor de los Escuderos, no quiere que sea el final. En esas está, en romper el sino de una "profesión dura e ingrata", como el mismo la ha definido alguna vez. El día 20 está anunciado en su pueblo con cuatro novillos en solitario del hierro charro de Lorenzo Rodríguez Espioja. Quiere aprovechar todas las oportunidades.

El acontecimiento es, desde luego especial. El de Villamor torea de nuevo después de un año de inactividad y vuelve a pisar el ruedo de su pueblo después de tres años sin hacerlo. Pero hay más razones, según hace constar Fernando Primo, quien presenta mañana en el pueblo de la Guareña los festejos taurinos en presencia de la alcaldesa de la localidad, Maribel Escribano y el empresario Daniel Lozano. Según el crítico taurino, Durán se enfrentará el día 20 a una ganadería muy significativa para él, pues fue con la que debutó con picadores en Ledesma en 2007, además es el hierro al que se enfrentó en sus últimos festejos obteniendo grandes resultados. También hay que añadir que se cumplen 15 años de la fecha en que estoqueó su primer novillo cuando contaba con tan solo doce años en la misma plaza local.

El festival, según la misma fuente, al que se espera que acudan todos los seguidores del toreo zamorano afincado y hecho como matador en Salamanca, estará organizado por la empresa Toroduero que gestiona el empresario, también de Villamor, Daniel Lozano. Se espera que acudan muchos aficionados de toda la provincia y también de Salamanca.

Alberto Durán siempre ha sido consciente, desde que de niño quiso ser torero, de que la profesión de matador "es difícil, dura, marcada por la renuncia, pero justa, que acaba poniendo a cada cual en su sitio, una profesión que te obliga a ser muy fuerte, sobre todo mentalmente, que te exige sacrificar muchas cosas...". Cuando se doctoró en Zamora sabía que, a veces, el oficio de torero es coger un tren sin destino. Pero, aún así, "pase lo que pase, estoy convencido de que merece la pena, porque lo que vives es auténtico, se está jugando con cosas muy importantes, las más importantes...".

Su filosofía puede sorprender a algunos, pero quien lo conoce sabe que es sincero: "Amo a los animales, a los caballos, a los perros, al toro, sobre todo al toro, no hay ser más maravilloso... Pero la vida es un juego sutil, es un ciclo del que nadie nos escapamos; al final siempre está la muerte".

Nunca se ha achantado por lo que pudieran pensar los demás. Y ha dicho incluso lo que le puede (o le ha podido perjudicar). Hace cuatro años se atrevió con el futuro de la tauromaquia: "Esta mal, es un secreto a voces, no se han hecho las cosas bien y ahora estamos pagándolo. El futuro depende de lo que se haga en los próximos cuatro años. La fiesta está manejada por cuatro y no refiero solo a los empresarios, hablo también de los toreros y de los políticos, que aquí no se salva nadie; hay que reconducir el camino, llevar a los jóvenes a los tendidos; se ha perdido mucho tiempo, ha empezado "El Juli" y otros toreros, el resultado no se verá hasta que pase un tiempo". Ya entonces lo tenía muy claro: "Es difícil y y fácil; si hubiera tres o cuatro José Tomás las cosas cambiarían, quizás hasta se arreglaran". Sus reflexiones sirven, sin duda, cuatro años más tarde: "Se están haciendo mal muchas cosas, no se pueden torear 70 corridas o más al año; los públicos se cansan de los mismos toreros, hay que abrir la puerta al aire fresco, renovar, y las figuras, claro, tienen que tirar del carro, pro no aburrir. El de Galapagar en esto, también es un ejemplo. Hay que cuidar la bravura del toro, que es la clave...".

Quizás por intentar dar ejemplo ha toreado tan poco (ni tan siquiera lo ha hecho en Zamora desde que tomó la alternativa): "He intentado hacer las cosas bien, donde he ido lo he hecho dignamente, reconducir la fiesta nacional es una obligación de todos, de todo el mundo taurino, nadie debe escaquearse porque la necesidad es mucha y el tajo es muy largo, si no apoyamos todo esto lo pasa mal y sería una pena, tantos siglos, tanta cultura tirada por falta de responsabilidad; ahora, más que nunca, los errores se pagan".

Su sueño, a pesar de todo, sigue intacto, confirmar la alternativa en Madrid. Es torero de Las Ventas, clásico y vertical, sin alardes ni aspavientos, de los de verdad, que hace de la faena una ceremonia singular, la que respira vida y muerte.

En estos días ensaya una y otra vez la entrada a matar. No quiere que la suerte suprema arruine sus faenas, como ha ocurrido en alguna ocasión. Repasa los consejos. Se acuerda mucho del maestro, de Andrés Vázquez: "Tú, como si fueras a meter una carta en el buzón, así siempre cazas".

Alberto Durán tiene el día 20 marcado en rojo en el calendario de su vida. Lo va a aprovechar porque él tiene una cosa muy clara: se ha hecho torero para quedarse. Y en esas está.

Las fiestas de Villamor de los Escuderos están coloreadas por los festejos taurinos. Además del festival del próximo día 20, en los programas se incluyen un encierro campero y un encierro urbano, también un espectáculo de gran prix y capea, con vacas de la ganadería Cañero. Asimismo, una exhibición goyesca y un concurso de cortes, además de un desenjaule. Hay de todo.